Capítulo 9

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Christopher.

Cuando me aseguro que Emma entró, conduzco de vuelta a mi apartamento, no puedo dejar de pensar en sus labios, estaba nervioso de cuál sería su reacción por mi pregunta, no quería incomodarla, pero no podía seguir con la incertidumbre, y no me arrepiento de lo que hice, hace días que llevaba las ganas, pero no procedía por la falta de confianza.

Cuando llego, me aseguro de apagar todas las luces, para dirigirme al baño que está en mi habitación, me cepillo y cambio mi ropa, para acostarme, va a ser una larga noche, porque el sueño tomó otro rumbo y lo único que está en mi mente, es ese beso.

...

Llego a la clínica como todas las mañanas, paso buscando mi lista de pacientes y antes de comenzar a atender, busco en internet, el número de alguna floristería cercana, hago el encargo y doy todos los detalles, ahora sí, comienzo a llamar al primer paciente.

A la hora del almuerzo, mi padre me avisa para comer juntos en algún restaurante de la zona, lo paso buscando y nos dirigimos al establecimiento.

—¿Cómo te has sentido estos días en la clínica, hijo? —pregunta interesado.

—Me gusta el ambiente laboral, lo que he visto hasta ahora, es que son personas puntuales y muy educadas —comento —. James, me ha invitado al departamento donde trabaja, y debo admitir, que hacen un trabajo impecable —en eso llega un mesero a traer la carta.

—¿Crees que dentro de poco estés listo, para llevar las riendas? —pregunta cauto, suspiro.

—Hablando de eso... —empiezo —, sigo convencido, que debemos esperar.

—Pero hijo... —no lo dejo terminar.

—Papá, si gustas, puedo ser tu adjunto, cuando me necesites, pero no quiero ese puesto de lleno —le aclaro —. Quiero disfrutar más de mi carrera, más adelante, te aseguro, que me haré cargo, pero por los momentos, no me siento dispuesto —mi padre baja la mirada, pensativo —. ¿A qué se debe el apuro? —pregunto interesado.

—Cada día, me vuelvo más mayor... y me gustaría tomarme unas vacaciones largas para salir con tú madre a disfrutar, a hacer turismo, hace tiempo que no le dedico tiempo como pareja, me he dado cuenta que todo ha sido trabajar —llega el mesero nuevamente, y ordenamos.

—¿Y por qué no dejas a alguien encargado?

—No tengo esa magnitud de confianza en nadie más, que en ti, sabes lo desconfiado que soy —me mira, y ahora si puedo entenderlo mejor. Me llega un mensaje, lo revisaré cuando terminemos la conversación.

—En ese caso... creo que podría echarte una mano, por unos días —ya he visto parte del trabajo que realiza mi padre, me ha ido preparando poco a poco, pero no me siento completamente listo aún, como para encargarme solo —, le pediré ayuda a James, también —me sonríe feliz.

—Ya verás como todo te sale bien —asegura —. Además, tendrás a mi asistente a tu disposición y ante cualquier duda, puedes llamarme —nos traen la comida y cuando terminamos, mi padre paga la cuenta. Aprovecho para revisar el mensaje que escuche hace un rato.

Emma: Muchas gracias por las flores, Chris, están preciosas. Me imaginé que habías sido tú, y cuando vi la nota, lo confirmé.

Sonrío.

Christopher: Estoy seguro que no están más preciosas que tú.  ¿podemos vernos en la tarde, después de terminar el turno?

Emma: ¡Por supuesto! Cuando termine con el último paciente, te aviso.

Christopher: ❤😉

Nos devolvemos a la clínica, y paso la tarde atendiendo pacientes y concretando fecha para las siguientes intervenciones quirúrgicas, cuando termino, me dispongo a ordenar el consultorio, hasta que recibo el mensaje de Emma avisándome que ya está libre. Me encamino hacia allá y toco su puerta.

—Hola —dice después de abrir la puerta, sonriéndome.

—Hola Emma ¿Cómo estuvo tu día? —entro y cierro la puerta, me acerco a ella para darle un beso, se sonroja.

—Bastante tranquilo —me invita a tomar asiento —. ¿A ti, qué tal te fue?

—Un poco ajetreado, después salí a almorzar con mi padre —le comento.

—Me extrañó no verte en el cafetín.

—Si...debíamos hablar de un asunto importante y mi padre consideró que sería más cómodo, hacerlo en otro lugar —respondí.

—¿Sabes? —comienza lentamente —, me gustaría que fuésemos el sábado, al Parque Sucre, podemos tener una especie de picnic —observa mi expresión y continua —, prepararé unos postres que sé, te gustarán.

—¿Ah sí? —levanto una ceja —. ¿Y cómo estás tan segura? —pregunto con una sonrisa.

—Acostumbro a hacerlos, para los cumpleaños de mis amigas y a todos les gusta —se encoge de hombro.

—Pues, en ese caso, acepto tu invitación —se alegra y no lo disimula.

Después de esa conversación, salimos de la clínica juntos y le propongo acercarla hasta su edifico, le doy un beso antes de que se baje y nos despedimos.

Amor InesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora