CAP 7 - Pueblo en ruinas

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Juan
Ya caía la noche y Lucían ni Lin habían vuelto de su paseó.

Martha: Estos chicos me tienen con el Jesús en la boca.

Juan: No te preocupes sabes que Lucían es fuerte y se saben proteger, de seguro están bien.

Martha: Digas lo que digas igual estoy preocupando por él, desde que llegó a nuestras vidas se volví como nuestro hijo

Juan: Lo se mujer, él es como el hijo que no llegamos a tener.
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En el pequeño pueblo rodeado de exuberante naturaleza, reinaba la tranquilidad y la armonía entre sus habitantes. Sin embargo, todo cambió en esa oscura noche cuando el grupo de 12 lobos de la manada Silvermane. El aullido inquietante de uno de los lobos blancos resonó en los corazones de los aldeanos, quienes pronto se dieron cuenta de que estaban en peligro.

El alcalde del pueblo convocó a todos los hombres y mujeres valientes para que se unieran y defendieran sus hogares. Equipados con antorchas, armas y coraje en sus corazones, se prepararon para enfrentar a la feroz manada de lobos.

La batalla fue intensa. Los lobos, ágiles y feroces, atacaban con fiereza, mordiendo y arañando a cualquiera que se interpusiera en su camino. Sin embargo, los aldeanos no retrocedieron. Con determinación y espíritu de lucha, se enfrentaron a los lobos, formando un escudo humano para proteger a los más niños y vulnerables.

El sonido de las armas y los aullidos de los lobos llenaban el aire. Los aldeanos se apoyaban mutuamente, luchando con valentía y sacrificio, pero no era suficiente varias estaban cayendo. A medida que pasaba el tiempo, algunos de los lobos fueron derrotados, pero la batalla estaba lejos de terminar.

Los lobos restantes, enfurecidos y desesperados, intensificaron su ataque. La manada se movía con una coordinación aterradora, buscando cualquier oportunidad para abrirse paso. Los aldeanos empezaron a reunirse en la iglesia.

La luz del amanecer empezaba a asomarse en el horizonte, y con ella llegó un cambio en el rumbo de la batalla. Los aldeanos, sintiendo el cansancio en sus cuerpos, se mantuvieron firmes pero ya están debilitados.
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Lucían

Después de pasar el día junto a Lin, decidimos transformarnos en nuestros lobos y cazar juntos. Desde que el anochecer llegará, juntos exploramos el bosque y compartimos momentos de complicidad y amor.

Lyra la loba de mi maté era tan hermosa su pelaje blanca, de ojos color miel intensos, se movía sigilosamente entre los árboles, mientras yo transformado en Rafhael le seguía el paso, disfrutando de la emoción de la caza y la libertad que nos ofrecía el bosque.

Lin: (lanzando un suave gruñido) Lucían, ¿estás listo para la caza?

Lucían: (agitando su cola con entusiasmo) Siempre estoy listo cuando se trata de cazar y en especial si es contigo, mi amada Luna.

Los dos nos movimos en perfecta sincronía,  comunicándonos con miradas y gestos sutiles como si ya lo hubieras echo de toda la vida. Sus movimientos fluidos y coordinados.

Lin: (señalando hacia un grupo de ciervos en la distancia) Cariño, hay una presa potencial. Vamos a cazar juntos.

Lucían: (asintiendo con la cabeza) Te sigo a donde sea, Mi luna.

En un instante, nos lanzamos al ataque. Lin lideraba el camino, corriendo con gracia y agilidad, mientras yo utilizaba mi fuerza y velocidad para acorralar a la presa.

Lin: (lanzando un aullido triunfante) ¡Lo logramos, amor! Somos un equipo imparable.

Lucían: (jadeando de emoción) Sí, mi amor. Juntos podemos enfrentar cualquier desafío.

Después de disfrutar del festín de la caza, empezamos a  jugar como cachorros en medio del bosque. Nos perseguíamos mutuamente, saltaban sobre troncos caídos y nos lamíamos el pelaje con cariño.

Lin: (saltando y girando en el aire) ¡Eres el lobo más valiente y juguetón que conozco!

Lucían: (empujando a Luna suavemente) Y tú, mi dulce Luna, eres la más ágil y hermosa. Juntos, somos invencibles.

Nos recostamos juntos en un claro del bosque, observando el lago donde le propuse que sea mía. La paz y la felicidad se reflejaban en sus ojos, mientras disfrutaba del amor y la compañía de ella.

Lin: (apoyando su cabeza en mi lomo) Gracias por estar siempre a mi lado. Eres mi roca y mi confidente.

Lucían: (acariciando suavemente el hocico de ella) Y tú, mi querida luna, eres mi razón de ser. Juntos, enfrentaremos los desafíos y compartiremos momentos inolvidables.

Y justo en ese momento logramos escuchar las campanas del pueblo, y decidimos ir haber que sucedía.

En Búsqueda De Mi MateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora