shameless ; ❪ tom kaulitz. ❫

❪ 𝟐𝟒 ❫

CAPÍTULO VEINTICUATRO | VERDADERO AMOR !

EMMA

El sonido de mi celular me despertó. Había estado tratando de ignorarlo por un buen rato, pero cuando me di cuenta que no podría hacerlo porque seguían insistiendo en llamarme bufé por lo bajo, hundiendo mi cabeza en la almohada que tenía un olor peculiar.

Esperen un momento... esta no es mi almohada.

Rápidamente levanté la cabeza, dejando que los leves rayos solares que se colaban por las cortinas me pegaran de frente. Observé todo a mi alrededor, discos de música por el escritorio, una guitarra eléctrica en la esquina, algunas revistas con mujeres semidesnudas por ahí... sip, estaba en la habitación de Tom.

Volteé en la cama solo un poco, estaba sola y vestida por lo que uno de mis mayores sueños no se había cumplido.

Ay, pero que cosas digo.

El teléfono volvió a sonar ruidosamente, y puse los ojos en blanco, aún seguía en el bolsillo trasero de mi pantalón. No tenía idea en que momento me había dormido ni porque Tom no me obligó a irme a la cama de su hermano, pero hacía apenas un minuto me despertaba y para variar, no entiendo nada de lo que está pasando.

— Dios mío, ya atiendo —me quejo como si la persona del otro lado llegara a escucharme, el nombre de Bill -o más bien Raining Man- aparece en la pantalla y rápidamente deslizo el dedo para atenderlo—. ¿Bueno?

— ¡Al fin, Emma Norberta! —pronuncia con dramatismo, haciéndome soltar una risita burlona y acostarme boca arriba—. ¡Estuve tratando de comunicarme contigo toda la mañana!

— Estaba durmiendo, lo siendo —me disculpo, agarrando el portarretratos de la mesita de noche. Este guardaba la foto de un Tom y un Bill de pocos años de edad, estaban en una canoa con el segundo manejando los remos, su cabellito negro desordenado y una hermosa sonrisa brillante, mientras atrás se encontraba Tom con esa expresión traviesa que tenía siempre. No habían cambiado mucho la verdad.

— ¿Sigues en mi casa? —cuestiona, con curiosidad. Vuelvo a dejar el portarretratos en donde estaba y suelto un sonido afirmativo—. Lamento no haberte atendido, Emms. Tenía el teléfono en silencio como bien pendejo que soy y no lo vi hasta esta mañana, ¿estás bien?

— Sí, tranquilo. Todo correcto —confirmé con una sonrisa ladina imaginándome lo ocupado que habría estado toda la noche—. Tom me vino a buscar y me trajo aquí. ¿Tú que tal?

Al parecer Bill no podía hablar mucho porque su tono de voz era bajo, por lo que no me sorprendí al esperar unos segundos para su respuesta. Probablemente escondiéndose para que no le escucharan.

— ¡Fantástico! De verdad anoche fue... maravilloso —soltó un suspiro soñador, cosa que me hizo sentir muy bien por él. Se merecía todo lo bueno, una chica que lo valorara y lo quisiera con la misma fuerza que él sabía querer—. Luego de cuento bien, ¿estarás bien unas horas con mi hermano? Iremos a desayunar y luego... no sé.

— Ah, ni te preocupes Bill —hago un ademán como si pudiera verme—. No debes volver por mí, disfruta de tu día.

— ¡Te amo! Luego hablamos —suelto una risita por su emoción, me tira un beso para despedirse y terminar la llamada.