⁎ ˳˚✧₊⁎〔:🍒:〕˚⁎⁺˳✧༚

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Las agujas del reloj se movían despacio, muy despacio. A Heizou le daba la impresión de que ni siquiera se movían de hecho. Estaba harto de no hacer más que mirar los documentos, de revisar que todo estuviera en orden y de tener que estar allí encerrado en su despacho. El caso del que se estaba ocupando estaba más que claro, así que no entendía por qué Sara lo había obligado a comprobar que toda la documentación, las pruebas adjuntas y la resolución del caso fueran correctas.

Ya ni siquiera prestaba atención a los papeles. Tan solo los miraba unos segundos y pasaba al siguiente, con el que repetía el mismo proceso. De vez en cuando echaba una ojeada al reloj de la pared para ver lo lento que pasaba el tiempo; otras veces se distraía mirando la foto de Kazuha que tenía junto al monitor del ordenador y pensando en las ganas que tenía de verlo al volver a casa.

Esa imagen se la había tomado pillándolo por sorpresa. Aun así, el peliblanco no salía mal y era una de las fotos favoritas de Heizou. Como tenía que pasar tantas horas en su despacho de la comisaría, decidió que sería buena idea llevársela allí y tenerla sobre su escritorio. Así al menos podía ver a Kazuha mientras trabajaba y eso de alguna forma le amenizaba esos días que no eran tan entretenidos como otros.

Heizou resoplaba, se apartaba el pelo de la cara y se recostaba en la silla. Qué ganas tenía de marcharse ya de la comisaría y estar tranquilo en casa, de ver a Kazuha después de un largo día de trabajo, de abrazarlo bien fuerte y hacer que sus labios se encontraran. Qué ganas tenía de estar con él y olvidarse un rato de todo lo demás.

Sobresaltándolo, la puerta de su despacho se abrió de golpe y Sara irrumpió sin siquiera haber pedido permiso primero. Heizou se tuvo que contener para no decirle cuatro cosas a la cara. Sara era su jefa después de todo, así que era mejor que evitara tener problemas con ella aunque ello supusiera tener que morderse la lengua.

—Shikanoin —lo llamó, sin molestarse ni en saludar—, ¿está todo revisado ya?

—Sí —suspiró. «Ni siquiera hacía falta revisar nada», habría añadido si discutir con Sara no le hubiera parecido una pérdida de tiempo.

—Puedes volver a casa entonces. Uesugi se encargará de ordenar los papeles. Está empeñado en colaborar de alguna forma con este caso.

—Así que te vas a aprovechar de sus buenas intenciones y lo vas a poner a organizar documentos —murmuró Heizou en voz baja, burlón.

—¿Qué has dicho? —preguntó Sara, frunciendo el ceño.

—No, nada —sonrió el detective—. Buenas noches.

La mirada que Sara le dirigió antes de salir del despacho le podría haber puesto los pelos de punta si no fuera porque ya estaba acostumbrado a ella. No la aguantaba, le parecía una mujer insufrible y con la que jamás podría estar de acuerdo en más de una cosa. Sabía que ella pensaba exactamente lo mismo de él —incluso sin tener sus habilidades de detective se podía adivinar fácilmente—, así que no podía importarle menos.

Recogió los papeles que no tenían nada que ver con ese caso en concreto y los metió en una carpeta que guardó en su bandolera negra rectangular para llevárselos a casa. Se puso el abrigo antes de colgarse la bandolera al hombro. Era otoño casi invierno y en esas fechas las temperaturas eran bastante bajas por la noche en Inazuma, así que tenía que abrigarse bien si no quería llegar tiritando a casa.

Ya había puesto la mano en la manecilla de la puerta cuando se detuvo a mirar su despacho una última vez. Había una idea que se le pasaba por la cabeza cada vez que sus ojos se posaban en las esposas que había en la estantería justo detrás de su silla de cuero negra. Aquellas esposas descansaban allí desde hacía bastante y ni siquiera recordaba cómo acabaron ahí, pero Heizou llevaba ya un tiempo teniendo esa idea poco inocente, esa fantasía ardiente, sobre todo cada vez que miraba la foto de Kazuha en su escritorio.

Handcuffed [Heikazu] (One-shot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora