la mano peluda

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Martina era una niña bastante "mano larga"; le gustaba tomar lo que no le pertenecía y quedárselo. Cuando alguien notaba que estaba robando, Martina lo negaba rotundamente, poniendo ojitos de cordero, lo que generalmente le funcionaba debido a que su apariencia era bastante tierna: bajita, medio regordeta y con ojos de caricatura.

"Martina, ¿por qué tienes una bolsa con aros debajo de tu cama?"

"Mami, no sé cómo llegó ahí. No sabía que había aros ahí. Perdóname", suplicaba la pequeña, poniendo sus ojitos de cordero y haciendo pucheros.

"Marti, lo dejaré pasar por última vez, pero tengo que contarte algo. Cuando un niño roba mucho y miente al respecto, le salen pelos en las manos".

Martina actuó sorprendida, pero en realidad no le creyó. Conocía a muchos amigos que mentían y nunca les había visto pelos en las manos. "Okey mami, dejaré de mentir", mintió nuevamente la pequeña.

Pasó un tiempo en el que Martina no se sentía atraída por un objeto en particular, por lo que mantuvo pausado su hábito de robar, hasta que algo llamó su atención: un lápiz rosa que traía su compañera de clase. Martina esperó pacientemente a que su compañera descuidara el lápiz y, apenas sucedió, lo robó.

La pequeña se sentía muy contenta al tener su nueva adquisición, pero su mano empezó a picarle. Al mirarla, notó un pelo grueso en la parte trasera de su mano. Por un segundo, sintió miedo, pero recordó que era normal tener pelos y lo olvidó rápidamente. Ella estaba muy feliz con su lápiz, cuando su mamá le preguntó de dónde lo había sacado, ella dijo que lo encontró tirado en su sala de clases. Su madre le creyó, pero Martina nuevamente sintió un pinchazo. Eran tres pelos gruesos en la palma de su mano. Martina los cortó con sus tijeras y siguió jugando con su lápiz.

Pasaron unas semanas hasta que la niña traviesa puso sus ojos en otro objeto. Esta vez era un pin que había comprado su madre. Era hermoso, tenía la forma de una mariposa de color azul, pero era un azul tornasol con pequeñitas piedras brillantes en sus alas. Martina debía tenerlo.
Conforme pasaban los días, la niña pensaba en cómo quitarle el pin a su mamá, ya que ella lo usaba y lo llevaba a todos lados. Para su propia suerte, la madre de Martina se quitó el pin para echar a la lavadora la chaqueta en la que tenía puesta la mariposa. Lo dejó en su cómoda y luego salió a trabajar.

Martina se portaba bien; su único defecto era su hábito de robar y mentir al respecto, así que su madre no tenía problema en dejarla sola por unos minutos. No contaba con que su traviesa hija se escabulliría en su habitación para robar su nueva adquisición, pero algo sucedió: apenas tocó el pin de mariposa, los relojes de la casa empezaron a sonar como locos. El despertador que tenía su mamá en la cómoda sonaba con tanta intensidad que cayó por toda la agitación de moverse para hacer sonar sus campanas. El reloj de mano que tenía Martina parecía una alarma con sus constantes "Titi Titi Titi", mientras el reloj principal opacaba los demás ruidos. A pesar de ser un simple reloj, no sonaba como tal. Se escuchaban como gritos y risas de cientos de personas diciendo "¡Mentirosa, ladrona, mentirosa!". Martina quiso taparse los oídos, pero al levantar su mano, notó que estaba cubierta de pelos gruesos y negros como los de un orangután.

La niña gritó en desesperación y corrió por unas tijeras para cortar los pelos, pero era inútil. Al cortarlos, solo lograba hacerlos crecer más y más. La pequeña Martina ya se sentía mareada de miedo. Intentó devolver el pin a la cómoda de su madre, pero al acercar su mano, esta se desprendió de su cuerpo. La niña miró con horror cómo su mano ya no era parte de su cuerpo. Pero eso no era todo: la mano, poco a poco, comenzó a oscurecerse y moverse. Un líquido verde y grotesco empezó a salir de ella. Martina, horrorizada, vio frente a sus ojos cómo su mano se convertía en una arañota, de patas gruesas y peludas. Esta corrió hacia Martina y saltó sobre su cara, mordiéndola incontables veces y arañándola.

"Hija, ¿dónde estás?" escuchó la pequeña niña a lo lejos. El ruido de los relojes había cesado abruptamente. "Martiiii", sintió que la puerta se abría y un grito desgarrador salió de la boca de su madre. "¿Qué te hiciste? ¿¡Qué hiciste!?"

-"Presenta lesiones graves en su rostro, es como si se hubiera arañado hasta desgarrarse la piel" el ruido de las personas y máquinas hacían notar de que estaba en un hospital.

- ¿Y no hay señal de terceros?"

-"Nada. Asumimos que la niña tuvo un episodio psicótico. Ella dice que una araña la atacó, pero su madre dice que es bastante mentirosa."

-"Pero ¿no hay señales de abuso familiar o algo por el estilo?" Martina escuchaba a lo lejos, sus oídos parecían estar tapados, pero por las sombras que veía frente a ella, las voces que escuchaba deberían de ser dos hombres frente a ella.

-"No, de hecho, su madre está muy afectada. Dice que puede ser su culpa, ya que le había dicho que a las niñas que robaban les salían pelos en las manos, y la niña tenía agarrado con todas sus fuerzas un pin que era de su madre."

"Eso pudo ser el detonante de su psicosis, que triste, tan chiquita y tendrá que soportar vivir desfigurada por su propia enfermedad." Una lágrima corría por la mejilla de Martina, ahora entendía todo. Sintio como una tercera sombra se acercaba a ella , pero era distinta a las demás, era mucho más alta que las otras dos personas , parecía tener mala postura y tambaleaba más que caminar, está se apoyó en el colchón junto a ella y le susurró "ahora no podrás mentir nunca más."

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⏰ Última actualización: Jun 12, 2023 ⏰

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