— Ma... ¿Por qué no puedes comprarme la última colección de autos como a Juaco? —le pregunté a mi madre.
Había visto esa publicidad hace casi tres semanas, deseaba esos autos, y más aún cuando vi a mi mejor amigo, Joaquín, que le regalaron tres de esos autitos. Jugábamos el otro día y le había prometido que cuando tenga yo los míos íbamos a hacer una carrera de autos.
— Samantha, tienes miles de muñecas y peluches, ¿para qué quieres esta vez unos autitos, si luego los vas a dejar tirados como haces con esos juguetes? —Respondió ella.
— Pero si les dije que no quería esa casita de Barbie, y sí, era lindo el osito que me atrajo Papá Noel, pero en la carta le había pedido un dinosaurio Rex que disparaba láser.
— Ya sé... pero todo no se puede, cariño. Pídele a tu papá cuando venga.
No entendía por qué mi madre no comprendía por qué deseaba tanto esos autitos. Quería tenerlos y no podía esperar a demostrarles a los dos mi nuevo juego. Pero bueno, voy a tener que esperar y pedirle a papá cuando llegue.
No entiendo por qué mi mamá está tan enojada con mis amigos. Me divierto mucho jugando con ellos. Aunque ella dice que soy "machirula" ya que, según su entender, soy muy masculina. Yo simplemente soy yo misma. Me metía en problemas con ellos, pero no creo que sean malos chicos, solo les gusta hacer cosas divertidas y a veces eso me trae consecuencias. La mamá de mis amigos es muy amable y siempre nos deja jugar en su casa cuando ella y su esposo tienen que trabajar.
Me gusta pasar el tiempo con ellos, ¡son mis mejores amigos después de todo!
Tenía unos 7 años cuando estaba en el baño, lavándome las manos, y de repente la puerta se abrió. Era un niño de mi edad llamado Joaquín y él de la nada se bajó los pantalones.
— ¡Vete!, ¡no mires! —Lo único que hice fue taparme rápido los ojos con las manos y me quedó en la esquina del baño, asustada — ¿Por qué te quedas ahí? Eres rara... ya puedes abrir los ojos. Soy Juaco ¿y tú?
— Samantha, pero puedes decirme Sam o Sami, en más corto. ¿Cómo entraste a la casa? Mi mamá...
Esta por responderme, pero mi madre llegó al baño en ese momento. Siempre pensé que ella era un poco exagerada, pero en ese momento parecía que había visto algo espantoso.
— Mi amor,... Si viste que Joaquín entro al baño, debiste haber salido. Quedarse en el baño mientras otros hacen sus necesidades es muy...
— Lo siento yo...
— Fue mi culpa, mami, lo había visto entrar, pero estaba jugando con plastilina y quería lavarme las manos. Perdón Juaco, no quise incomodarte.
No le deje al niño aclarar el malentendido, pero recuerdo que mi mamá intercambió una mirada con él antes de llevarme consigo. Desde entonces, Joaquín me admiró porque lo defendí cuando apenas nos conocíamos. Con el tiempo, nos hicimos muy cercanos y luego se unió Noa al grupo, su hermano. Yo ahora tengo 11 años recién cumplidos, igual que Noa, y Joaquín es un año mayor que nosotros.
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Antología: Joyas de Chick Lit
De TodoApartado especial para las historias ganadoras de desafíos y concursos de Chick Lit 💖