Estéril || Juliantina (G!P) •Adaptación

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El pene de Valentina estaba erecto, era muy placentero sentir la mano de Juliana masturbarla, se sentía tan bien después de tanto, que estaba segura de que no podría aguantar mucho tiempo si Juliana continuaba acariciándola de esa manera.

Se sentía cerca del orgasmo, después de algunos minutos de mantener ese ritmo suave, sentía que estaba por venirse, pero sabía que Juliana estaba jugando con ella, alternaba la velocidad de su mano haciendo que el orgasmo de Valentina tardara más en llegar y Valentina sabía por qué la mayor hacía eso, ella quería provocarla y realmente estaba funcionando. Tanto que Valentina sintió la necesidad de estar dentro de Juliana nuevamente, comenzó a imaginar lo cálido y apretado que se sentiría follarla, sin duda iba a disfrutarlo.

Una vez más sintió la velocidad de la mano de Juliana aumentar, definitivamente su orgasmo estaba a punto de estallar.

Tenía las manos pegadas a la cama y la cabeza hacia atrás mientras permanecía con los ojos cerrados disfrutando del tacto de la menor en su miembro.

Ese sentimiento de atracción le gustaba y seguía queriéndolo sin saberlo, era tan caliente, Juliana lo hacía tan bien que Valentina quería llevarla al final y hacerla gritar toda la noche.

Sin poder retener más su orgasmo, Valentina dejó salir todos sus fluidos espesos y calientes en la mano de Juliana. Fue un desastre para la mayor intentar recolectar la muestra de espermas por la que inició todo, sin embargo, con esfuerzo lo consiguió.

Así que tomó la tapa del frasquito y lo cerró para dejarlo sobre la mesita de noche y apagar la luz sin esperar a que Valentina la tomara de las mejillas y plantara un beso desesperado en sus labios, Juliana sonrió, al parecer lo había conseguido.

El beso que ambas compartían era bastante necesitado, pero a pesar del calor del momento, Valentina sabía que debía ser cuidadosa con su... Bueno, Juliana no era su novia y hacían demasiado para ser simples amigas, no sabía cómo llamarle así que solo la llamaría su Juliana, sí, ella debía ser cuidadosa con su Juliana y con su bebé.

Así que la ayudó a acostarse de forma cómoda en la cama y se posicionó entre sus piernas frotando su miembro por encima del pantalón de pijama de Juliana arrancándole un pequeño gemido, continuó frotándose de esa manera, ella también iba a jugar como Juliana lo había hecho primero.

Era tan delicioso para el menor sentir el frote de ese duro miembro entre sus piernas, la quería dentro, lo necesitaba, porque llevaba días anhelando que eso sucediera, sentía su centro palpitar necesitado ante las caricias de Valentina y sus bragas se mojaban más a cada segundo que pasaba.

No podía aguantarlo más, Valentina solamente se frotaba por sobre su ropa y eso no era suficiente.

Así que decidió protestar.

-Ya no juegues- Jadeó la mayor.

Y Valentina solamente sonrió deteniendo sus movimientos.

Juliana iba a protestar de nuevo, no sabía por qué Valentina se detenía, sin embargo, entendió lo que pasaba cuando sintió sus pantalones de pijama ser retirados junto a sus bragas y posteriormente a Valentina volver a frotarse contra ella.

Era tan rico sentir sus pliegues ser separados con el duro miembro de Valentina, era delicioso como la menor tentaba su entrada y presionaba su clítoris, tan fascinante sentir como finalmente Valentina se hundía en ella y la hacía delirar con sus suaves embestidas.

Realmente lo necesitaba.

Valentina era increíble, sabía complacerla muy bien.

Sus embestidas eran suaves, pero firmes, era demasiado excitante sentir a Valentina hundirse en ella.

Valentina se deshizo del resto de ropa de ambas y suavemente jugó con los pechos de la contraria, estaban más rellenitos a causa del embarazo y sus pezones erectos por la excitación.

El orgasmo de la mexicana estaba cerca y eso podría convertirse en su nueva adicción, la forma tan fácil en la que Valentina la llevaba a esos extremos la volvía loca, la inglesa era realmente muy buena, definitivamente sabía lo que hacía cuando comenzó a moverse de forma circular hasta tocar el punto más sensible de Juliana y hacerla venir sin previo

Y algo que Valentina no pudo evitar fue correrse junto a Juliana mezclando sus fluidos con los suyos mientras la seguía embistiendo para ayudar a ambas a manejar el orgasmo que experimentaban, ese delicioso orgasmo que le arrancó un profundo grito a la más pequeña.

Juliana estaba satisfecha, había deseado tanto este momento hasta que finalmente pudo conseguir que la menor se lo diera.

Esto apenas iniciaba, Valentina había caído y Juliana sabía que lo seguiría haciendo.

Se sentía bien a su lado, era cálido y cómodo dormir con ella de esa manera, así que tomando las sábanas Valentina cubrió a ambas para finalmente ceder al sueño al lado de su Juliana.

Y tal como Juliana lo quería, Valentina se encargó de complacerla a lo largo de varios días y semanas que posteriormente se convirtieron en meses, en los cuales, necesitó ser aún más cuidadosa con el embarazo de ambas para asegurarse de que todo fluyera de forma correcta, ella debía cuidar a su bebé, era su responsabilidad.

Sin embargo, no todo era color de rosas, ya que, aunque entre ellas las cosas estaban yendo bien, Sergio por su parte continuaba poniendo nuevas excusas para no firmar, Valentina sabía que pronto perdería la paciencia, porque ese hombre estaba jugando con fuego al estarse negando a dar su firma aún después de varios meses, ella realmente quería ir en persona y obligarlo a firmar aquella acta que tanto necesitaba para al fin casarse con Juliana. Porque Valentina no compartía, ella quería a Juliana solo para ella, era su Juliana y llevaba a su bebé en el vientre, odiaba saber que ella seguía legalmente casada con un hombre que no la merecía.

Sin embargo, Juliana insistió en darle un poco más de tiempo, ella afirmaba que Sergio firmaría, solamente era cuestión de esperar, pero Valentina no quería esperar, ella no soportaba ni siquiera escuchar el nombre de ese tipo, pero Sergio realmente tenía suerte de que Juliana le hubiese dado más tiempo, porque si por Valentina fuese, ese hombre ya estaría en la cárcel, justo donde se merecía pasar el resto de sus días.