Sinopsis

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Desde que aquel año escolar comenzó supo que Harry Styles no era un chico cualquiera. No estaba interesado en integrarse en el grupo de gente popular, tampoco estaba interesado en salir con muchas muchachas o fumar con sus amigos.

Harry no era el típico universitario que pasaba todo el tiempo de fiesta y luego tenían que sufrir una semana antes del examen trabajando para poder llegar a la nota mínima. Harry era una persona aplicada que buscaba la manera de encajar, de conseguir sus metas y un empleo que le permitiera seguir estudiando.

El día que el pequeño rizado de ojos del color de la esmeralda entró a las clases, aquel profesor, supo de antemano que ese chico sería el mejor de la clase. No porque fuera una persona con un nivel intelectual extraordinario, sino porque aquel chico estaba decidido a conseguir sus metas y era lo suficiente maduro como para luchar por ello.

Tan solo tardó cinco minutos en colocar sus cosas y comenzar a prestar atención como si hubiera estado todo el año presente. Ni una pregunta, ni un bufido de cansancio, ni una queja, nada... Solo asintiendo y manteniéndose en silencio atendiendo a las explicaciones de su profesor.

Pero claro, no todo podía irle bien a aquel muchacho. Sus problemas comenzaron cuando uno de sus compañeros le colocó drogas en la maleta. El director le terminó echando de la residencia y tuvo que comenzar a buscar piso si quería seguir estudiando allí, pero... ¿Cómo?

¿Cómo encontraría piso si no tenía ni un céntimo en el bolsillo? ¿Cómo encontraría piso? Si ni si quiera sus padres le apoyaban económicamente. La verdad, tampoco quería que lo hicieran. No quería volver a su antigua forma de vida, no quería volver a esa vida.

Por lo tanto, Harry no se rindió. Pasaron semanas y encontró un trabajo, pero apenas le daba para comer, entonces un día rendido, a punto de tirar la toalla llegó aquella salvación que esperaba con tanto anhelo.

...

El chico, exasperado, se llevó las manos a la cabeza removiendo su rizada cabellera. No podía creer que después de todo el esfuerzo, la beca que le habían concedido, las notas, etc... le hubieran echado de la residencia por algo que él nunca había hecho. Era demasiado para él. Estaba tan angustiado, tan cansado, tan desesperado... Se sentía como si le hubieran arrancado el motivo de vivir, el aire que respirar, las esperanzas...

Agito su pelo con las manos e intento pensar en una posible solución, pero no llegó, no lo iba a hacer.

Se sentía estúpido, estúpido por que le había colado su compañero la droga en la maleta justo cuando vinieron a revisarles. Y también se sentía estúpido por las lágrimas que comenzaban a salir de forma descontrolada de sus ojos.

-Dime que no he hecho para conseguir esto que tanto deseo tener...- murmuró entre sollozos.

No podía controlarse. No ahora que lo había perdido todo. Tenía que haber hecho caso a su padre y estudiar medicina en California, en vez de literatura en Londres. Y ahora por su capricho ahí estaba a punto de volver a casa, con un fracaso más...

Pero ¿Qué es lo que estaba diciendo? ¿Un capricho? ¿Fracaso? Él nunca había fracasado. Es verdad que muchas veces había fallado, pero nunca se rindió y acabó consiguiendo lo que quería.

Una pequeña sonrisa compasiva asomó por sus labios. Siempre había sido así. No podía dejar de darse a sí mismo un empujón. Al fin y al cabo a uno mismo es al último que se pierde ¿No?

Se levantó y se apoyó en la barandilla para sostenerse, ya que apenas veía a través de sus ojos llenos de lágrimas.

Se limpió los ojos con la manga de su jersey azul mar y cuando se giró para seguir hacia delante, o hacia donde el destino le guiara unos ojos de un color azul tan profundos como el mar se cruzaron en su camino haciéndole estremecerse. Estaba claro quién era, sin duda, no había ojos iguales en la faz de la tierra. No para él.

The TeacherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora