Capítulo 16

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1 Semana después.

Christopher.

Me dirijo a la Mansión Hunt, ayer hablé con mis padres y me avisaron que llegaran hoy, esta semana estuvo brutal, debí resolver algunas complicaciones que se presentaron en la clínica y quede tan exhausto que al siguiente día, ni siquiera me quería levantar de la cama.

Cuanto llego, aparco el auto y me dirijo a la casa, a la primera que encuentro es a mi madre, le doy un abrazo y nos saludamos, me dice que mi padre me está esperando en su despacho, voy hasta allá y toco la puerta.

—Adelante —escucho, abro y entro.

—Hola padre ¿Qué tal les fue? —me acerco a él para darle un abrazo.

—¡Christopher! —me palmea la espalda —. Excelente hijo, gracias por cubrirme estos días.

—Siempre que pueda —le digo.

—¿Cómo has estado tú? —sonríe —. ¿Se te hizo muy difícil? —pregunta.

—Supongo que todo es acostumbrarse —me encojo de hombros —, pero no te voy a negar que es un trabajo muy demandante.

—Dímelo a mí —repone irónico —. ¿Sabes? —comienza —. Tu madre una vez, estuvo a punto de dejarme, me la pasaba trabajando y no le dedicaba tiempo a ella.

—Vaya —me sorprendo con lo que me confiesa—. No lo sabía —mascullo.

Imagino como debió sentirse mamá, para tomar esa decisión.

—Sí, bueno, sabes como soy de trabajólico —continua —. En fin, vamos a cenar.

—Espera padre... antes quiero hablarte de alguien —añado.

—No hagamos esperar a tu madre, después de comer, me lo dices —se levanta del asiento

Bajamos al comedor, mi madre me cuenta lo que hicieron, dice que fue un ambiente tan relajante que hace mucho no vivía, las ganas de regresar que le quedaron y también de volver a probar la deliciosa gastronomía, se puede decir que afortunadamente, quedaron satisfechos con el viaje. Cuando terminamos de comer mi madre se retira a atender una llamada y me quedo con papá.

—Veras hijo...—empieza —, estando allá nos encontramos a la familia Mendoza —me mira —. ¿Te acuerdas de ellos?

—Desde luego.

—Me gustaría que comiences una amistad con su hija Marie —frunzo el ceño.

—¿Por? —pregunto extrañado.

—Estuve hablando con Rubén y me dijo que han tenido una demanda increíble.

Los Mendoza son dueños de una droguería.

—Entonces... —le digo para que continúe.

—Te imaginas lo bueno que resultaría, si nuestras familias se fusionan —dice entusiasmado.

Ya estoy viendo por donde va.

—No pasará —aclaro.

La emoción que tenía, en un segundo se desvanece.

—No tienes que tomar una decisión, en este momento, puedes ir conociéndola y...—no lo dejo terminar.

—Estoy saliendo con alguien —explico.

Me queda mirando, mientras busca en mi expresión, si estoy mintiendo.

—¿Desde cuándo? —pregunta con un gesto de confusión.

—Desde hace más de un mes —contesto serio —. De hecho, es mi novia —su cara de sorpresa es palpable.

—Pues... eso lo cambia todo —dice con voz casi inaudible.

—Quiero que la conozcan —esbozo una sonrisa —. Sobre eso quería hablarte antes de la cena.

—¿Cuándo la traerás?

—Tengo que hablar con ella primero y preguntarle.

—Bien —dice, no muy convencido.

Sé que sus planes eran otros, pero no voy a estar con una persona porque él me lo imponga, y menos por conveniencia, antes de marcharme, busco a mi madre para despedirme y darle la noticia, me muestra una sonrisa sincera, sé que le alegra, sobre todo porque después de lo que pasó con Sara, yo siempre decía que no me enamoraría nunca más.

Amor InesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora