Capítulo 17

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Lunes.

Christopher.

Hoy tengo pensado hablar con Emma, cuando llego a la clínica, paso por su consultorio saludando como todas las mañanas, las veces que llego yo primero, es ella quien me busca a mí.

Como ya mi padre regresó, estoy de vuelta en mi consultorio, comienzo a atender los pacientes del día, hasta que termina el turno de la mañana, invito a Emma para que comamos en un restaurante y cuando regresamos, nos despedimos hasta que finalice el turno de la tarde, cuando termino de atiender a la última persona, le envío un mensaje, preguntando si ya está libre, una vez que recibo su respuesta, me dirijo hasta allá, toco su puerta, la abro y entro cerrándola otra vez.

—Te extrañé —le digo tomándola entre mis brazos, mientras ella ríe nasalmente.

—Si prácticamente nos acabamos de ver, mi amor —contesta, pasando los brazos alrededor de mi cuello.

—¿Tu no me extrañaste a mí? —se sonroja.

—Pues... —hace como que lo piensa —, la verdad si —esboza una sonrisa, y comienza a pasar sus dedos por mi cabello, lo que hace que sienta un cosquilleo.

—¿Ves? Solo tenías que admitirlo —la acuso, acercándola más a mí para besarla —. Por cierto, ¿qué te parece si vamos mañana a la casa de mis padres?

—Mmm —hace una pausa —, está bien —dice con una pequeña sonrisa.

—¡Excelente! —le digo —. Mañana cuando terminemos el turno de la tarde, pasamos cambiándonos y nos vamos.

—Bien —masculla.

—¿Qué ocurre? —le pregunto —. ¿No quieres ir? —frunzo levemente el ceño.

—No es eso, es solo...bueno...—se suelta de mi abrazo y se acerca hasta la ventana para mirar a través del cristal.

—¿Mi amor...?

Esto no me gusta nada. Nunca la había visto así.

—¿Y si no les agrado? —me pregunta sin voltearse.

—¿Por qué piensas eso? —pregunto extrañado —. Es difícil que le desagrades a alguien.

Y lo digo en serio.

—No pertenezco a la misma clase social que tú —susurra y me acerco para abrazarla por la espalda.

—Eso no es importante para mí, Em —le hablo suavemente.

—¿Y para tus padres?

—No creo, de hecho —le explico—, mi madre es directora de una fundación, en la que se encargan de ayudar a personas de bajos recursos económicos —le digo —, además, hace donaciones anualmente a orfanatos y geriátricos de la ciudad —se sorprende.

—No lo sabía, es una acción muy linda.

—Así es —afirmo —. Y una vez que quede yo encargado de la clínica, continuare con la ayuda y espero contar contigo para que seas mi aliada —le digo con una sonrisa y levanta la cara inmediatamente.

—Eso me encantaría —contesta, luego pregunta —. ¿Y tu padre?

—Bueno... —me paso la mano por el cabello —... él es un poco difícil, pero estoy seguro que le agradaras cuando te conozca.

—¿No lo dices para hacerme sentir mejor? —frunce el ceño.

—No, además, en caso de que no sea así, tú eres mi novia, no de él —se ríe.

—No quiero causar problemas en tu familia —tomo sus manos y las beso.

—Eso no va a pasar, linda —le digo mirándola a los ojos.

—Confiaré en tu palabra.

—Yo nunca me equivoco —bromeo.

—Oh, disculpe usted —nos reímos.

Luego de eso bajamos al estacionamiento a buscar mi auto y nos vamos a su apartamento.

Amor InesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora