Hace tiempo, recuerdo que contaban la historia de una niña que creció envuelta en un mundo de ilusiones y utopías, no imaginaba lo que le esperaba afuera, cuando ya tuviera que marcharse de aquel lugar tan reconfortante y que, a su vez, despedía un aroma a esperanza, optimismo.
Al darse cuenta de aquella realidad tan gris que la sumergía en sus retorcidos brazos, quiso salir corriendo, sin embargo no podía regresar a ser una niña. Lo mejor que pudo hacer fue no olvidarse de lo que ella era y sobre todo, no dejar de lado el optimismo y la pizca de magia que aún conservaba en su corazón.
Pasaron los años y las sombras la perseguían, claro que ella al seguir ilusionándose, se dio cuenta de que su luz se tornaba a un brillo más intenso pero se volvía visible a la oscuridad. A pesar de ser acosada por la rudeza del mundo helado y estático, siguió adelante.
Pero... ¿qué buscaba? ¿Por qué caminaba? ¿Cuál era su fin?
No tenía respuesta alguna.
Un día se percató de ello, cayó en un estado de penumbra, ¿quién era ella? Se había abandonado a sí misma... Cuando se paraba frente al espejo, tan solo veía una sombra de la cual, la pizca de luz era apenas perceptible.
Era lo que quedaba, se dejaría devorar por completo por la miseria, ya no existía sentido alguno. El optimismo, la ilusión, la magia, eran mentiras que provocaba dolor creerlas...
"no cedas"...
Escuchó un día
Era el destello que emanaba de una lágrima corriendo por la mejilla de la chica, la detuvo con su dedo y la colocó en sus labios. Bebió su luz, bebió de nuevo esperanza y libertad al probarse a sí misma, al reconocerse y hacerse una sola. De vuelta en el espejo, oculto por una sábana negra durante un largo tiempo, lo descubrió y logro observarse casi radiante y, digo casi, porque aún quedaba un poco de oscuridad en aquel ser luminoso.
Seguiré creyendo y esperando, sé que existo.
Sé que existes.
En algún lugar he de encontrarte,
podré sentirte cuando estés cerca...
Sé que existes.
Sé que estás.
Puedo sentirte.
Puedo respirarte.
Casi puedo decir que estoy a punto de mirarte.
Aquí estás,
me has encontrado.
Escucho tu canto y no lo creo, tu rostro, tu voz, tu cuerpo...
tu pensar y tu hablar, tu tacto... quien eres por dentro, quien soy en cuerpo, alma y anhelos.
Un sueño...
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Ecos de la hora dorada (versión extendida)
Short StoryPero... ¿qué buscaba? ¿Por qué caminaba? ¿Cuál era su fin? No tenía respuesta alguna... hasta aquel día