2. Una semana después

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Más de una semana había pasado. Más de una semana le llevó al menor de los hermanos pensar en qué haría con su hermana.

Pero después de tanto estrés, tantas tareas y exámenes que probablemente no aprobaría, finalmente su mente podía descansar a medias, ya había tomado una decisión. ¿La correcta? Bueno, lo era para él.

Aquella noche del 9 de junio, luego de que los padres de los gemelos avisaran su salida y ausencia durante la noche, aunque aclarando que volverían para la mañana siguiente, Dipper aprovechó a hablar con su hermana, de una vez y por todas.

Ambos estaban cada uno en su cama, el chico con su celular, y su hermana "leyendo" un libro para colorear.

Dipper nunca había estado tan nervioso por hablar con su gemela en su vida, ¿siquiera aún recordaba que le había pedido ayuda con eso? Bueno, él esperaba que sí, si no, todo el tiempo de vida desperdiciado en pensar en la respuesta habría sido en vano.

Ignorando las mariposas en su estómago, tomó un poco de aire y se volteó hacia ella.

Okey Dipper, aquí vas, no practicaste nada de esto, no lo arruines como cada vez que te ponen a prueba. ¿De acuerdo? —pensó.

Se sentó al borde de su cama, listo para hablar.

—Hey Mabs.

Su opuesta se volteó.

—Sí, ¿qué pasa?

—Ya lo pensé. Tengo la respuesta.

Ella se sentó también en su cama, con una gran sonrisa.

—¿Y? ¿Qué tal?

—Bueno, yo. Me fue difícil pero, supongo que si tenemos los debidos cuidados, y lo tomamos enserio, no tendría por qué haber problema —sonrió de un costado al final.

Mabel chilló como de costumbre cuando está feliz, saltó de su cama y corrió hacia su hermano para envolverlo entre sus brazos.

—¡Ay Dippy! ¡No sabes cuánto te lo agradezco! ¡De verdad!

El menor correspondió el abrazo —Je, claro, está bien, tranquila.

Una vez se separaron, Dipper tomó nuevamente la palabra.

—Mabel, solo una condición para que te ayude con esto: tómatelo en serio, ¿está bien? Lo que me pides no es un juego... Y entre tú y yo no tiene que pasar nada más que solo la práctica, tú ya tienes tu novio y deberías seguir siéndole fiel a él.

—Está bien. Tranquilo, así será —afirmó sonriente, frotando su brazo izquierdo.

El oji marrón asintió, continuado por un calmo silencio. Se sentían los nervios de ambos en el aire. El momento había llegado, pero a pesar de todo no se sentían muy preparados.

Mabel rompió el hielo.

—Entonces... ¿Cómo empezamos?

—Ahmm. Pues, ya sabes —hizo un ademán de quitarse la camiseta. Su hermana entendió.

Cada uno de su lado de la habitación, mirando en dirección contraria al otro, comenzaron a despojarse de sus prendas, dejándolas bien en el suelo o en la cama, pero sin quitarse la ropa interior todavía.

Su "gemelo-instinto" había quedado intacto incluso con el pasar de los años, aún tenían esa conexión: a veces podían saber lo que hacía o pensaba el otro sin necesidad de verlo o ser informados de aquello. En esta ocasión, por ejemplo, ambos sabían que su opuesto estaba nervioso, no muy preparado, que para ambos esto era vergonzoso y difícil de hacer. Supieron también que ya los dos estaban listos, ligados únicamente todavía a su ropa interior, que eventualmente deberá ser retirada también.

Los Gemelos Están en TodoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora