único

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Spreen ha cometido errores.

Normalmente, no suelen ser la gran cosa y tienen solución tarde o temprano. Sin embargo, su situación actual no le dejaba tranquilo.

Era similar a aquella vez en que su mamá le pidió quitarle los restos de comida quemados a un sartén donde hicieron carne adobada, ella le había especificado que se hacía con una esponja metálica y acabó quitándole todo el teflón.

Ó, como cuando su padre estaba enseñándole a manejar y usar los cambios en un automóvil estándar, pero terminó colisionando en un poste de luz y sus vecinos ahora lo conocen como el boludo que los dejó sin luz durante tres días seguidos.

En fin, volviendo al punto.

Él se considera a sí mismo una persona inteligente, capaz, sensata y nunca le gustó complicarse (aplicable para cuaquier situación) para mantener su ansiedad a raya.

Aunque en este punto se cuestionaba cómo se había mantenido viviendo de esa manera, ya que no era muy racional ni coherente de su parte haber caído en cuenta que desde hace años estaba enamorado de su estúpido mejor amigo de la infancia, Roier.

Y si no hubiera sabido por su amigo de clase, Carre, nunca lo hubiera sabido.

Bueno, si lo sospechaba.

Solo que quería seguir fingiendo e ignorando los sentimientos de celos-posesividad que le invadían cada que los coqueteos, risas y sonrojos de Roier no eran provocados por y para él.

Sin duda alguna lo califica como un error y su secreto más grande porque, obviamente, Roier no siente nada por él,
no piensa engañarse o lastimarse a sí mismo pensando y buscando señales que demuestren lo contrario (dónde ni las hay).

Hasta un imbécil lo podría notar tan claro como el agua, justo como aquel imbécil que acertó con la frase de "Lo peor de un amor no correspondido, es conservar la esperanza" y él de verdad quisiera dejar de sentirla ante cualquier mínima muestra de afecto o atención por parte de Roier.

Le gustaría volver a ser normal, ser uno con su mente y corazón, que ahora eran como agua y aceite.

La vida no es justa, reflexiona.

De verdad que no, había estado con Roier desde que son unos niños pequeños que jugaban con tierra y veían a sus compañeros comer mocos hasta la actualidad, donde son unos adolescentes hambrientos de explorar y comerse al mundo.

Cuando Spreen solía pasar por Roier todas las mañanas para ir juntos a la escuela, pasar el descanso compartiendo el almuerzo que les hacían sus madres respectivamente, toparse entre los pasillos en un cambio de clase y hablar aunque solo fueran cinco minutos, a Spreen le resultaba un soplo de aire fresco. Disfrutar sus tardes encerrados en la pieza de alguno de ellos haciendo la tarea ayudándose y apoyándose mutuamente, jugando videojuegos o saliendo a pasear junto al hermano pequeño de Roier, Bobby, al momento en que el sol se escondía para distraerse de sus responsabilidades y que el niño terminara de consumir sus energías para finalmente, llevarlo a dormir.

Ellos, quienes estaban juntos a todas horas, todos los días y noches, año tras año.

Cuando existía un dicho sobre "Donde está Roier, está Spreen" y "En donde está Spreen, está Roier", ellos eran eso y más.

Era hermoso hasta que Spreen lo arruinó con sus tontos sentimientos y ahora se obligaba a mantener la distancia para no terminar de estropear su amistad con Roier, se pregunta si ha tomado la decisión correcta.

Si bien Roier no le debe nada por sus sentimientos, no puede evitar sentirse o pensar así, sentirse con el derecho de convertirse en su refugio y que todo el mundo lo sepa, con deseos de que su amor sea recíproco, que las miradas furtivas, sonrisas traviesas, simplicidad entre dos amantes y que todo de Roier, sea dedicado solo para él.

Y será sincero, duele, duele demasiado que todo eso no sea para él.

Duele que solo sea su buen amigo incondicional, Spreen. Quien siempre está ahí para Roier cada vez que aparece cuando la luna está escondida y las estrellas son las únicas observando silenciosamente en el manto oscuro de la madrugada, luciendo tan frágil, con una sonrisa rota, ojos apagados y el corazón hecho trizas a causa de un mal amor que no supo valorar el diamante en bruto que sus manos sostenían.

Sabe que debe recoger pedazo tras pedazo, romperse su propio corazón en el proceso para darle todo el amor que tiene solo para él, unirlos con delicadeza y reparar lo que alguien más rompió con una mueca torcida que simula lo que una vez fue su sonrisa mientras acaricia las hebras castañas del chico de bandana azul y le murmura: "Algún día llegará el indicado".

En algún punto dejó de verlo a los ojos para no saber la respuesta.

Con el corazón cada vez más incompleto, sus propias manos heridas, sangrando y sus propios ojos violetas saliendo del escondite de sus lentes de sol, cansados y brillantes en lágrimas contenidas que solo resbalan por sus mejillas en completo silencio, hasta caer en la almohada donde descansa la cabeza de un Roier dormido.

Al momento en que el sol está comenzando a asomarse siendo el único testigo de su propia desdicha, se pregunta a sí mismo de nuevo si es la decisión correcta.

Ya no importa si sus latidos, respiraciones y sentimientos ya se volvieron dificiles de manejar, siendo una herida constante.

Con tal de recibir una mirada cálida más tarde por parte de chico de cabellos castaños le hace preguntarse si tal vez romperse bajo sus manos una y otra vez, vale la pena.


 

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When i'm not being honest, it gets easy to pretend┊SpiderbearDonde viven las historias. Descúbrelo ahora