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Capítulo 3
Alice.
—Buen día, chocolate dormilón —dije cuando contestó el teléfono.
—¿Quién es?
Estaba dormido, por el tono de su voz.
—Soy tu conciencia y vengo a decirte que te despiertes, porque los flojos se van al infierno y los buenos amigos a mi casa —me lo imaginaba rodando los ojos.
—Dime qué tornillo se te soltó para que me llames a las siete de la mañana un sábado.
—Necesito tu ayuda, jirafa café —no lo estaba viendo, pero estaba segura de que estaba poniendo los ojos en blanco.
—Alice, tiene que ser hoy, mira que ahora estoy con mi novia.
Ahora recordé que tengo que conocer a mi cuñada.
—Mañana es domingo y luego lunes, primer día de clases. Además, sabes que me toca ponerme al día con las actividades, porque ya van por mitad de curso.
—Eres el ser más insoportable de este planeta.
—Lo que digas.
—Iré con mi novia —dijo, aún entre dormido.
Tenía una remodelación que hacerle a mi habitación: había mucho rosa en las paredes, ropa que ya no usaba. La decoración de este lugar nunca había sido de mi agrado y ahora ya tenía toda la autoridad para quitar lo que no me gustara.
—En una hora paso por ustedes.
—¿Vendrás en el carro?
—No, en un taxi. Tú sabes que yo no manejo.
—Nosotros pasamos por ti.
—Una cosa más.
—¿Qué quieres?
—Deja de intentar hacerme tía; con una jirafa café me basta, no quiero más clones tuyos —colgué la llamada.
Tenía que comprar más ropa; la que tenía ya no me quedaba y no era de mi estilo actual. Durante el tiempo que estuve internada no usé ropa, solo el uniforme de la clínica, y cuando salí, Xiomara me compró dos mudas de ropa. Del resto, no tenía, así que empecé a recoger las cosas que iba a regalar, las que conservaría y las que botaría, por cajas diferentes. Me bañé y cambié de ropa para estar lista cuando ellos llegaran; además, conocería a mi cuñada. Pasaron alrededor de dos horas cuando escuché llegar.
—Buenas, buenas, buenas —escuché su voz en la entrada.
—Buenos días —escuché una voz dulce y me volteé sin disimular.
—Buen día —respondí.
Al lado de Peter había una chica muy linda, de ojos verdes y cabello rojo; se parecía a Mérida de la película "Valiente".
—Alice, te presento a Cathalina —me dio la mano—. Cathalina, te presento a la famosa Alice.
—Mucho gusto —dijimos al mismo tiempo.
No podía dejar de mirarla; soy una persona curiosa y ella despertaba en mí esa curiosidad. Verlos era como ver una nuez.
—Le vas a ser ojo a mi novia —Peter me pasó la mano por la cara.
—Aún no me explico cómo alguien tan lindo puede salir con alguien tan feo.
—Ja, ja, ja, me estoy muriendo de la risa —respondió Peter, ofendido.
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Bajo la luz de la luna
Teen FictionLa ansiedad llega a la vida de las personas sin pedir permiso, llega y hace estragos. Con el tiempo empiezas a perder, sin saber que estas perdiendo, hasta que un día te das cuenta que lo has perdido todo y no precisamente lo material, cuando reacc...