EL JARDÍN QUE DIBUJAMOS

CAPÍTULO 15: Lirios de agua.

Los significados de esta flor son varios: pureza, perfección, elegancia y la vida eterna. En la época antigua de Grecia y Roma esta flor se utilizaba como un símbolo de la fiesta ya que relacionaban su forma con una copa en la que poder beber. En la época victoriana, encontramos otro significado más ligado a la finura y la nobleza.

En general, regalar un lirio de agua significa cariño hacia quien va dirigido. Lo que siempre ha movido esta flor ha sido el amor, por su belleza y delicadeza.

Mientras Mara y Emma discutían y rompían por fin el gran tabú de su tóxica relación, y mientras Amelia y Diego pactaban proseguir con la suya, Assane hacía descubrir a Min-ho los encantos de Sète.

Es miércoles, por lo tanto, día de mercadillo en este pequeño y precioso pueblo pesquero, y por eso Assane quería llevarle a pasear por sus calles ahora abarrotadas de puestos ambulantes de comida típica de la zona. Ha invitado a Min-ho dejándose llevar por las ganas, pero sin dedicarle demasiado tiempo a la reflexión en lo que un acontecimiento como este le hace sentir. Ha procurado no mostrarse exultante desde que descubrió que Min-ho no había dejado de hablarle por voluntad propia, sino que había sido un golpe de mala suerte. Pero la realidad es que se sentía más animado y feliz desde ese instante y aunque se negaba a reconocer que esa felicidad estuviera relacionada con Min-ho, quedaba claro, por sus actos, que existía un interés enmascarado por las ganas constantes de pasar más y más tiempo con él.

En cuanto vio que Min-ho volvía de la habitación completamente cambiado y listo para su gran paseo a solas, Assane no pudo evitar sonreír con ganas. No sólo ante la idea de que él hubiera aceptado, sino porque Min-ho parecía haber escogido sus mejores galas para aquella cita que Assane se empeñaba en no llamar cita.

Min-ho había aparecido con su rubio pelo teñido peinado hacia atrás, y con el pequeño mechón rosa cayendo por su frente. Aquel nuevo cambio tan sutil de pronto le daba un aire más atractivo aún, y Assane tuvo que hacer esfuerzos para apartar la mirada y evitar sentir cosas en las que no estaba dispuesto a pensar. Min-ho había escogido unos vaqueros de color salmón y una camisa de manga corta color blanco, pero con palmeras y flores al estilo hawaiano. La verdad es que estaba exultante, pero Assane jamás admitiría algo así. Lo que él no sabía es que Min-ho también se había perdido en el propio Assane, deteniendo su atención en el pendiente de la oreja que tanto le gustaba y suspirando internamente ante la idea de pasar tiempo con él.

Mientras paseaban por el pueblo y por el mercadillo, ambos han estado hablando de todo y de nada. Assane ha descubierto con gusto que Min-ho ahora ya no es un chico tan tímido y reservado como antaño. Es cierto que en aquel entonces ambos tenían la barrera del lenguaje, pero aun así nunca le había visto reír tan a menudo. Le habló de cómo se marchó de Corea para vivir en Granada y trabajar en el restaurante de su tío donde era bastante feliz y Assane le contó por encima lo que había estudiado y cómo había conocido a Diego en sus últimos años de carrera. Le encantó escuchar cómo Min-ho había entablado amistad con sus amigas, y eso le animó a contar también cómo había montado él su negocio con Diego. Los dos hablaron y hablaron conociéndose cada vez más sin ser conscientes de ello.

El calor del verano parecía pesar menos en compañía de Min-ho. Pararon en un par de puestos donde comieron queso, quiche de espinacas y donde tomaron un poco de vino. Pero fue cuando cogieron un crèpe de Nutella para compartir, y se sentaron en uno de los muelles del inmenso puerto que rodeaba el pueblo, cuando Assane se reconoció a sí mismo que había pasado una de las tardes más agradables de toda su vida.

Y es que, a pesar de los pocos meses que compartió en el pasado con Min-ho y a sabiendas de que ya no era aquel chico de entonces y que ahora debía aprender a conocerle de nuevo, seguía habiendo algo que no había cambiado: el efecto que su mera presencia causaba en Assane. Odia reconocerlo, porque no se considera alguien romántico en exceso, pero no puede negar que siempre quedó algo en él de todo lo que había sentido por Min-ho hace ya más de diez años.