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Narra ____.

Una vez cerca de ambos pude observar que lo que estaba detrás de ellos en efecto era una montaña de monstruos, tenían un aspecto viscoso y a decir verdad, parecían dinosaurios.

—¿Y esos? ¿Los mataron todos? —reí mirando al dúo.

—En realidad, solo están inconscientes —Meliodas se puso de pie y señaló con el dedo pulgar los monstruos detrás de él—. Pero pude ayudarme con un poco de carne, ¿Quieres?

Sin pensarlo dos veces, tomó un pedazo de carne de los que estaban cerca de la fogata y lo acercó en mi dirección, por instinto retrocedí unos cuantos pasos.

—¡No gracias, estoy llena! —dije agitando las manos frente a mí varias veces.

—¡Rayos ____, ¿Es que en verdad cocino tan mal?! Bien, Hawk tendrá sobras —exclamó mientras dejaba el trozo a un lado.

Mientras tanto, volví a acercarme a mi hermano. Casi instintivamente fue como si lo escaneara con la mirada, buscando alguna herida o similar.

—¿Oye qué haces? —rió mientras yo comenzaba a hacerle cosquillas a los costados—. ¡Basta ____, jajaja!

—Sí, todo en orden —dije mientras me ponía frente a él haciendo un saludo militar—. Solo quería verificar que tu salud se encontraba en perfecto estado.

—Estoy bien —habló mirándome y sonriendo—, aunque gracias por preocuparte. Me alegra saber que también estés bien y que no te hayas topado con ningún monstruo como nosotros, ¿Verdad, sir Meliodas?

Volteé a ver al mencionado, pero él solo se encontraba caminando a uno de los muros del laberinto poniendo su mano sobre éste. Fue algo extraño, en verdad extraño, pero al mismo tiempo una calidez se hacía presente en mi corazón casi como entendiendo el porque lo hacía.

—¿Qué sucede? —preguntó Arthur mirando la pared.

—Aquí —respondió el rubio.

—¡No me digas que es otro monstruo! —exclamó mi hermano mientras retrocedía para intentar protegerme.

Gowther por su parte se acercó por detrás de mí mientras ponía una mano sobre mi hombro, correspondí su gesto agarrando su mano. Creo, sí, creo que puedo comprender porque Meliodas estaba así.

—Menos mal —susurró.

Ahora los tres mirábamos en la misma dirección, hacia donde estaba Meliodas y muy probablemente… Elizabeth.
Sin poder creerlo, de manera inconsciente sonreí.

—Calma Elizabeth y espérame… por favor —dijo con una sonrisa en sus labios, no podía creerlo, su conexión era tan fuerte que podían sentir la presencia del otro aún con un muro de por medio.

—Pues… yo no logro sentir nada capitán —dijo Arthur mirando hacia el cielo, como buscando de donde venía todo aquello.

—Eso no importa, cuando se trata de ella, puedo sentirlo todo —sonrió y miró en mi dirección, un calor se apoderó de mis mejillas, ¡Solo no lo digas!—. Lo entiendes, ¿Verdad ____?

—Eeeh… y-yo… —algunos tartamudeos salían de mi boca, no sabía que contestar ahora, por suerte un delicioso aroma se hizo presente en el ambiente—. Comida.

—¿Comida? —habló Gowther mirándome extrañado.

—¡Que aroma! —exclamó Meliodas acercándose a la fogata donde yacía un platillo que parecía exquisito a simple vista. Nos acercamos poco a poco hasta estar los cuatro frente al pedazo de carne.

Arthur fue el primero en tomar un pedazo y comerlo, sus ojos se iluminaron y exclamó en voz alta:

—¡Que sabroso, incluso los chefs del palacio se quedarían sin habla! ¡Me encantaría llevármelo a Camelot! ¡Vamos ____, prueba un poco! —sin esperar más, acercó un trozo del platillo y a diferencia de la primera vez, lo recibí.

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