La mazmorra de las 3 AM [TERMINADA]

CAPITULO 16- DAEGU

En apenas dos semanas, el que había sido el apartamento de soltero de Taehyung fue invadido por completo por su pareja, y todo parecía extrañamente distinto para el hombre. Por supuesto que ya había algunas cosas cambiadas allí desde que Jungkook entró en su vida, pero vivir juntos oficialmente había transformado todo a su alrededor. 

Antes, su casa era más un sitio de paso, un lugar donde dormir y pasar el tiempo. Pero sin cambiar ni una sola bombilla, Jungkook había llenado todo con vida y luz, convirtiéndola en un hogar para ambos.

La noche estaba inusualmente clara para ser invierno, y la luz de la luna llena entraba por la ventana de su dormitorio compartido. Taehyung acababa de volver de trabajar, y la visión del hombre del que estaba enamorado durmiendo plácidamente, le pintó una sonrisa en los labios.

 Con solo una pierna tapada con el nórdico y usando como único pijama la ropa interior, su piel desnuda era como una laguna plateada. Sus brazos fuertes abrazando la almohada, y su espalda absurdamente ancha resultaban irresistibles, ocupando toda la cama con su enorme y musculoso cuerpo. Pero, por el otro lado, su pelo indomable y su rostro relajado con una pequeña sonrisa resultaban tan enternecedores, que tuvo que resistir la tentación de besuqueárselo como a un niño. 

Y observando cómo Jungkook hacía suyos cada uno de los latidos de su corazón con su simple presencia, Taehyung pensó que no podía ser más feliz que en aquel instante.

Daba igual que su novio estuviese cada día más fuerte, o la masculinidad que desprendía por cada uno de sus poros. Para él, Jungkook siempre sería su chico con los ojos llenos de estrellas. Y con aquello no pretendía infantilizarle, ni mucho menos. 

Amaba al hombre con el que había decidido compartir su vida desde el primer día que sus caminos se cruzaron. Pero había algo en él que despertaba su instinto protector, aunque fuese más grande y fuerte que él. Haría lo imposible por aquellos ojos negros y aquel corazón de oro. Y lo mejor, es que a medida que Taehyung iba siendo más él mismo, también Jungkook había demostrado estar dispuesto a proteger y cuidarle con uñas y dientes, como un lobo protege a su manada.

— Conejito, despierta. Tenemos que irnos—dijo Taehyung, sentándose en la cama y acariciando su pelo con infinito amor.

— ¿Hmm? —gruñó Jungkook, soltando la almohada para abrazar la cintura del hombre en su lugar— No puedes conducir después de tantas horas sin dormir, Tae. Duerme un poquito conmigo. Ven aquí, mi osito de peluche...

— Si me duermo ahora va a ser peor. Prefiero dormir allí cuando lleguemos, y ahorrarnos el atasco de salida de Seoul. Venga, que puedes ir durmiendo en el coche.

— Por supuesto que no. Encima de que no conduzco, no pienso encima dejarte solo.

Frunciendo toda la cara como un carlino, Jungkook se levantó de la cama para agarrar la ropa que había dejado preparada para el viaje. El plan era viajar de noche y desayunar al llegar al pueblo donde los padres de Taehyung vivían, pero le había parecido mucho más fácil en la teoría que en la práctica, teniendo que despertarse a las 5 de la mañana después de haber dormido menos horas de las necesarias para recuperarse de un turno de 12 horas en el hospital. 

Tras bajar las maletas y los trajes al coche, emprendieron el viaje. Tal y como predijo Taehyung, antes de poder salir a carretera el chico ya estaba otra vez profundamente dormido con la cabeza contra la ventanilla, arropado bajo una manta ligera que el hombre había insistido en que usase. Habiendo conseguido su objetivo, puso algo de música instrumental suave de fondo para que le acompañase por el camino mientras sonreía para sí mismo.

 Sabía que la cabezonería de su pareja le impediría reconocerlo, pero tras casi 50 horas de trabajo en 4 días, necesitaba descansar. Hacerle levantarse tan temprano con la deuda de sueño que acumulaba solo para llegar lo antes posible a su pueblo natal era ya suficiente sacrificio, y realmente no le importaba la soledad nocturna al ritmo de jazz, y más si aquello suponía que su amado pudiese tener algo que realmente necesitaba.