En la oscuridad, un sonido lejano resonaba con fuerza, era una gotera; una llave abierta quizá, no recordaba haber dejado ninguna, incluso pensé que el gato estaba jugando en el baño, no, <<debo despertar>> susurre aun con los ojos cerrados, con los labios secos y el cuerpo seis veces más pesado de lo habitual.
Me saque el antifaz de un tirón al mismo tiempo que me sentaba en la cama, a mis pies el gato enrollado en si mismo, con solo verlo podía percibir paz, calor y tranquilidad. Al girar la vista a la izquierda un ser negro y peludo ocupaba el puesto de mi marido << ¿que hora es? ¿Ya se fue a trabajar>> pensé, tome el control encendiendo la televisión y acostándome nuevamente en la cama, esta vez acomodada para abrazar al perro que descansaba con su cabeza en la almohada.
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Desde los ojos de un monstruo
Non-FictionEs fácil juzgar a la gente, cuanta gente se toma el tiempo de corroborar lo que creemos conocer de los otros. Elisa tiene 8 años y una larga vida para conocer Y reconocer a quien le rodea.