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¡Holaa! Este capítulo contiene información que servirá para que puedan comprender y entender los siguientes capítulos que publicaré, así que he resaltado algunos puntos importantes y que entiendan más adelante el comportamiento de cierto personaje.

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Un mes antes del cumpleaños de Alya.

Mariana Lewis.

Cuando ví la leve marca que se estaba empezando a formar en el cuello de Marinette supe que si no hubiera aparecido el policía esto hubiera pasado a más, lo cual no me lo perdonaría jamás.

— Marinette ve con Daniel, yo me iré con mi hermano —decidí finalmente, mirando fijamente a mi hermano.

— ¿Estás segura yo...? —no la dejé terminar.

— Completamente segura —me acerqué a ella y le di un abrazo. — Ve con él, es un muy buen amigo mío, así que no te preocupes —murmure para después alejarme de ella.

Ella me miró un poco dudosa, pero finalmente acepto, supongo que luego de la experiencia de esta noche es normal que dudará si hacer lo que le ordené.

Ella se fue con Daniel que ya el oficial de policía lo había dejado y se había ido. Ví como se saludaron para luego él se fue guiando a Marinette dónde había dejado el auto y me metí rápidamente al auto con mi hermano, cerrando la puerta al subir.

— A casa Leo —ni siquiera lo miré.

Lo escuché bufar.

— ¿Crees que haré lo que me ordenas? —pregunto con burla.

— No lo creo, lo sé —asegure sin aún verlo a él.

— Por favor Mariri, no digas tonterías que no haré siempre lo que me dices, más no después de que hayas estado espiandome está tarde.

— No te estaba espiando, solamente fui a pasar el rato con Daniel.

— Claro, claro y fueron a "pasar el rato" justamente donde yo estaba ¿No?

— No sabía que estarías ahí —mentí.

— Ya. Me lo imagino.

— Vámonos ya Leo Lewis —dije armandome de valor viéndolo a él, errooooor.

Él tenía una mirada tenebrosa, sus ojos más oscuros y esa mirada, oh esa mirada que me hacía saber que era un grandísimo error estar en el mismo auto que él, estando en ese estado. Su estado más peligroso por llamarlo de alguna forma.

— Te dije que no haré lo que me dices Mariri, si quieres irte, vete, pero no irás conmigo porque me iré hasta que se me de la maldita gana.

— Joder Leo, cálmate.

— No me dirás qué hacer.

— Harás lo que te estoy diciendo y ahora Lewis Harrison.

Su mirada se suavizó ante la mención del apellido de nuestra madre, amaba a mi madre y había descubierto que la sola mención de ella de cierta manera lo calmaba, un poco, pero algo era algo.

Suspiro rendido, sabía que había ganado en esta pequeña discusión al ver cómo encendía el auto. Le extendí una botella de agua que siempre tenía en el auto y la pastilla. Me miró no muy contento al ver de qué eran las pastillas.

— ¿Por qué andas cargando esa estupidez? —murmuro con cierta molestia.

— Porque te ayuda a ti y me preocupo por ti Leo —seguia con la botella de agua en mano.

Por una traición [Ninette]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora