La música inundaba la casa, mientras mi frente estaba pegada a la pared de mi habitación. Había sido una total locura y yo me encontraba fuera de lugar.
—¿Puedo pasar? —Escuché preguntar a Dylan desde el otro lado de la puerta.
—Eh, sí —carraspeé y me incorporé.
Dylan entró a paso apresurado, como si necesitase algo urgente.
—Ellie —me llamó con su voz ronca, mirándome directo a los ojos.
¿Ya lo sabía?
—¿Sí?
Cerró la puerta detrás de él y después se acercó a mí hasta que solo nos separaron un par de centímetros. Percibí su loción masculina mezclado con el tabaco, olía delicioso.
—Quiero...
No terminó de hablar. Inspiró hondo, y antes de que pudiera reaccionar tomó mi rostro con ambas manos para pegar sus labios a los míos. Primero fue un beso corto y tierno, pero en cuestión de segundos se convirtió en uno rápido y salvaje. Atrapó mi labio inferior entre sus dientes para darles un mordisco y después succionarlos. Se separó un poco, pero no me soltó, solo intensificó el beso y su lengua se abrió paso por mi boca. Una de sus manos descendió desde mi rostro hasta mi cintura y la tomó para apretarme hacia él.
Me besó con urgencia, con deseo.
Pero entonces reaccioné y lo aparté. No sabía por qué había cedido.... O lo sabía perfectamente, pero no quería aceptarlo.
—No, Dylan.
—Vamos.
—No puedo, yo... tengo novio y...
—Y él te ha pedido una relación abierta, y justo ahora se está follando a esa tía.
Lo miré. Claro que lo sabía, por eso había venido.
Mi novio Marco había organizado una reunión en mi casa, ya que mi madre trabajaba en el turno de la noche y estaríamos solos. O eso creí, hasta que todos los chicos del instituto comenzaron a llegar y se inició la gran fiesta. Marco había asegurado que era para festejar el siguiente paso en nuestra relación. De alguna manera sabía que acabaría embriagándose con sus amigos, lo que no esperaba era que ese paso era una relación abierta.
Y lo acepté, porque aunque era una locura, quizá y solo era una idea tonta que dejaría pasar al cabo de unos días; pero no fue así, esa misma noche invitó a una chica guapísima con la que no dudó en enrollarse.Fruncí el ceño pérdida, no sabía qué era lo que me causaba exactamente el hecho de imaginármelo con alguien más. Pero lo que terminó por confundirme fue que la idea de imaginarme a mí con alguien no me disgustó del todo. Y es que ese alguien se llamaba Dylan.
—Eh...
—Anda, solo déjate llevar. —Me incitó a seguirlo.
Y eso hice, lo seguí. Porque no necesitábamos implicar los sentimientos cuando solo éramos deseo.
—No sabes cuánto he esperado esto —susurró contra mis labios.
Y ese fue nuestro inicio. El secreto que solo compartí con él.
Acercamos nuestros cuerpos y dejamos el corazón a un lado, entregándonos al deseo que nos envolvía. La temperatura subió en mi habitación y solo se percibían nuestros jadeos y el olor a lavanda.
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𝐋𝐚𝐯𝐚𝐧𝐝𝐚
Romance¿Cuánto tiempo eres capaz de dejarte llevar solo por el deseo sin involucrar los sentimientos? ¿Qué rumbo deberán tomar los cuerpos para no involucrar al corazón?