Conseguir cita con Bill se había vuelto algo imposible, pude concertar recién para mediados de enero, porque ya no podía pasar más tiempo sin hacer terapia, y desde que llegué no hablé con ningún terapeuta. Por suerte hoy conseguí un pequeño hueco a modo de favor ya que su agenda es muy apretada pero yo soy su paciente preferido, así me dijo al menos. Su éxito como profesional es garantizado, pero aún así, su oficina sigue estando en las mismas condiciones deplorables de siempre. Al entrar en su consultorio me acerco a él y me espera con los brazos abiertos.
—Ethan, querido —saluda y me da un fuerte apretón.
—Bill, tanto tiempo.
—Poco tiempo para un cambio tan grande que has dado —dice cuando me toma por los hombros y me mira con orgullo—, te convertiste en eso que tanto buscabas hace siete años atrás, cuando eran un jovencito lleno de miedos.
—Y todo te lo debo a ti —susurro con la voz entrecortada, intentando no empañar los ojos.
—No, ha sido por tu sacrificio y voluntad, has renunciado a lo que más querías para estar así, y lo has logrado. Me alegra que hayas vuelto a la ciudad y que también estés aquí nuevamente —abre los brazos refiriéndose a su oficina.
Doy una rápida mirada a la pintura de la gacela y sigue causando el mismo efecto en mí, también busco la grieta en el techo y sigue ahí, me saca una sonrisa y busco tomar asiento en el diván.
—¿Qué tal ha sido tu regreso a Buenos Aires? —consulta Bill.
—Mejor de lo que pensé.
—¿Y qué pensabas?
Suspiro. Creo que Bill es la única persona con la que puedo hablar siendo completamente franco, desde mis adentros, sin ofender, sin ser juzgado, y sin lastimar.
—Yo pensé que iba a ser una tortura, por todo mi entorno, los ojos maliciosos, el dedo acusador, el rencor...
—¿Y cómo fue?
—Si bien no fue nada fácil y encontré un poco de lo antes mencionado... La verdad es que a pesar de eso, volví a mi lugar, a sentirme bien. Es que yo tenía miedo de que un fantasma saliese de cualquier rincón, tenía miedo de mí mismo.
—¿De volver a hacer algo de lo que has hecho?
—Sí, de volver a lastimar personas y ser responsable de otras.
—Y cuéntame ¿qué está pasando en tu vida ahora?
—Siento que estoy en el mejor momento de mi vida, nunca me sentí así.
—¿Julieta tiene algo que ver en esto que sientes?
—Tiene todo que ver —confieso—, pero lo que más me gusta es que yo pude cambiar y volver a formar un carácter lejos de ella, que no fue por ella, no es una condición, es algo real, no sé si me explico...
—Sí, te entiendo, no le atribuyes tu mejoría a estar con ella, significaría que si se separan vuelves a tu estado anterior, y no, tú ya eres así con o sin ella.
—Exactamente, eso me hace sentir libre de presiones y miedos, es maravilloso, es como debí ser en toda mi vida.
—Entiendo. ¿Y qué tal están las cosas con Julieta?
Vuelvo a suspirar.
—Fue duro, no quería verme ni en pintura. Era muy hostil y hasta hace nada seguía reclamándome que la abandoné.
—Eso fue muy duro para ella —comenta Bill y me giro en el diván para poder verlo.
—¿Tú la trataste, verdad?