Los pasos, el andar, el caminar, el ir guiado a un sitio en especifico, el vivir cada uno de tus movimientos, el disfrutar de la vida con todas tus acciones, con todas las personas y con todo lo que nos rodea.
Fue mucho tiempo buscando un sitio donde ser yo mismo, donde pudiera hablar, reír, opinar... Siempre creía tenerlo claro, pero no fue hasta este último año donde realmente me di cuenta.
Yo siempre lo he tenido claro, la actuación, tanto del teatro como del cine, me flipaba y por ello, decidí apuntarme a unas clases que me ayudarían a mejorar en este aspecto, pero simplemente lo tenía como una actividad extraescolar.
Pisé aquella escuela por quinto año consecutivo pensando en como se me daría aquel año en un nivel más elevado y cuando vi la gente que me iba a acompañar aquel año, cogí miedo, a pesar de ser solo unos pocos.
La clase se fue llenando de personas, personas las cuales se volvieron muy importantes para mí, tanto, que me sentía en casa cuando estaba con ellos. Al fin disfrutaba de la extraescolar como debería haber hecho en un principio.
Lo más importante de esta actividad, era el compañerismo, las ganas, la fuerza, la intención y todo lo que fuera necesario para subirse a un escenario y hacer que la gente se crea que realmente eres aquel personaje que tratas de interpretar.
Como todos los años, debíamos subir al escenario dos veces y si algo sabía, es que la primera era algo más diferente: Nos conocíamos de hace menos tiempo, algunos se ponían más nerviosos por ser su primera vez y todo podía salir peor. A pesar de todo esto, la primera obra de este año salió genial, pero aun tenía mucho que formar en la escuela para confirmar que se estaba volviendo mi hogar.
Varios problemas aparecieron desde ese momento, pero aquellos problemas me volvieron más fuerte y me mostraron como quería ser en realidad. Esto, me preparo para lo que se me venía en un futuro.
Grabamos un cortometraje antes de salir al escenario por última vez y para este momento, ya lo tenía claro, era mi mayor vía de escape, pero no por la realización del teatro, si no por la gente que me unía las piezas rotas.
Poco menos de dos meses teníamos para preparar nuestra obra más larga e importante. El tiempo se nos echaba encima y teníamos miedo por lo que pudiera llegar a salir y con el paso de los días, el miedo incrementaba al ver que había gente que seguía sin poner esfuerzo en aprenderse sus líneas.
El día llegó, el último día donde nos veríamos las caras, sobe todo, sobre el escenario que hacía unos meses atrás, nos había demostrado que no había que tener miedo al tener millones de ojos en ti.
La obra, parecía estar al fin terminada y hecha. Justo a tiempo. Nos saldría genial. Terminaríamos por todo lo alto.
Yo trataba de consolar los nervios de los demás, igual que mis antiguos compañeros hacían conmigo mis primeras veces en el escenario y si se me pregunta a mí, también tenía algo de nervios pero cada obra que hacía, perdía muchísimos y ya apenas me quedaban.
Nos quedaban cinco minutos para salir y los corazones de mis compañeros iban a cien por hora. Si el mío hacía lo mismo, no era por nervios de salir a escena, si por nervios de decir adiós a todo lo que habíamos creado aquel año.
Fuimos pasando las primeras escenas y los nervios se desvanecían a medida que pasaba el tiempo sobre el escenario. Nos felicitábamos entre nosotros cuando acabamos una escena. Nos abrazamos. Nos dábamos calor como llevábamos haciendo desde el primer día.
Llegó el momento de la última escena, la más importante de todas, la que decidiría si realmente habíamos hecho un buen trabajo durante todo este tiempo.
Hubo algún que otro contratiempo que conseguimos disimular a la perfección.
Lo vivíamos.
Lo disfrutábamos.
Nos sentíamos en casa, con los nuestros.
No quería que acabara, no quería que se cerrara el telón porque eso significaría que no les volvería a ver, al menos, a todos juntos.
Miraba al público mientras saludaba con una amplia sonrisa y pensaba: ¿Ya está?, ¿Hasta aquí?, ¿He pasado por tanto para ya decir adiós? ¿Podré volver a ser igual de feliz otra vez?
Pestañeé y vi a mi mejor amiga corriendo hacía mí y los pensamientos se me fueron y ya solo podía gritar.
¡Lo hemos hecho!, ¡Lo hemos conseguido!
Ahora nos quedaba disfrutar al máximo del merecido verano.
Había formado una familia con gente de diferentes edades, con gente diferente entre sí pero con la misma gran capacidad de querer a los que los rodean, sobre todo, a los que le dan el calor que necesitan.
Mi corazón se terminó de llenar aquel día y mi sonrisa se me quedó permanente. Al fin estoy bien reparado.
Nos vamos de vacaciones, pero volveremos, volveremos a casa.
Las luces se apagaban, los aplausos acababan y el trabajo había finalizado.
Ya está, hasta aquí... Gracias, gracias por haberme enseñado tanto, gracias por hacer de esta etapa lo mejor que me ha dado la vida. Gracias por traerme a una persona que quiero con mi alma y que protegeré siempre que pueda. Gracias por demostrarme lo que es querer a alguien como si fuera de tu propia familia.
"Josué era como un pez en el agua, que solamente buscaba el amor de alguien que le hiciera brillar los ojos y que sacara su verdadera sonrisa. Josué solo quería vivir con aquellos que le quisieran realmente, casi, como yo quiero hacer"
Josué esta muerto, pero yo, yo estoy más vivo que nunca.
Adiós.
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Cartas
Teen FictionA todos nos gusta recibir cartas, pero y si esas cartas hablan desde dentro de nuestra cabeza?? A veces solo hace falta hablar con uno mismo para darse cuenta del porqué de las cosas. ¿Porqué eres feliz?, ¿Porqué de repente te has derrumbado?, ¿Porq...