Sweet dreams

Siempre el mismo sueño. El mismo deseo. Bajo aquel árbol, donde yace la promesa de volvernos a encontrar.

- Te quiero - decía mientras tomaba mi rostro entre sus manos.

- Yo a ti- conteste mirándole directamente.

Esa había sido la noche más maravillosa de toda mi existencia; ambos sentíamos lo mismo el uno por el otro y nunca cambiaría. O al menos eso creía.

Cuando escapamos, cuando todo parecía mejorar, empeoró.

Él. Yo. No éramos iguales. Yo estaba a salvo de cualquier mal, pero él estaba muriendo.

- ¿Por qué...? No es justo...- lo abrazaba con lágrimas en los ojos. No era posible que después de tanto tiempo buscando a quien me hiciera feliz, todo terminara de ese modo.

- La vida no siempre es justa, Tommy... - respondía mientras limpiaba mi rostro con una sonrisa en el suyo. No le gustaba verme llorar, así que si alguna vez en su vida se sintió mal, nunca lo demostró.

Habíamos decidido permanecer en aquel lugar el mayor tiempo posible. Si existía una cura, ahí debía estar.

- No hay nada... NADA... Maldita sea...- Golpeaba la mesa de aquel lugar con ira, con frustración, con coraje, no existía remedio para el mal que te estaba consumiendo.

Sonreíste a pesar de todo. Me abrazaste, me besaste y me consolaste a pesar de no ser yo quien sucumbía.

Y yo creí que tú serías el fuerte, el valiente, quien permanecería cuerdo hasta el final, pero me equivoque.

Ese día, en ese preciso instante, eras quien menos cordura poseía. Me pediste que te matara. Yo no quería. Cómo era posible que quisieras aquello, después de todo lo que habíamos vivido.

Hasta que comprendí que era egoísta de mi parte querer tenerte para siempre.

Me miraste una última vez con aquellos ojos que tanto amaba, las lágrimas brotaron por primera vez de tu ser y me suplicaste desde lo más profundo de tu corazón que lo hiciera.

- Por favor Tommy, Por favor...-

Me paralice, pero al vislumbrar aquel vacío, aquella desesperación y aquella soledad en tu interior, no me quedo más que halar el gatillo.

Vi como tu vida se extinguía mientras mi alma se sumergía en un oscuro abismo. Tu cuerpo calló sobre el mío y en los últimos segundos de vida, sonreíste, pude sentirlo y me agradeciste.

Después de eso, no recuerdo mucho. Todo se volvió un caos. Muerte. Desolación. Tristeza. Soledad. Terror. Y cuando todo finalizo CALMA.

Pero tú ya no estabas.

El sueño se desvaneció, la oscuridad me embargo poco a poco, junto con el dolor de mi corazón y una presión en el pecho. Escuché voces, gritos y lamentos. Distantes, inentendibles, extraños.

Luego oí un dulce susurro. La penumbra desapareció al igual que el sufrimiento.

Abrí los ojos, debí haberme quedado dormido en un lugar desconocido. Me levante y comencé a caminar, todo era calmo y silencioso.

Nuevamente el susurro.

- Tommy... - corrí. No lo había imaginado, eras tú.

Y bajo una bella jacaranda yacías de pie, con tu rostro sereno y el viento jugando con tu cabello.

- Hola...- me saludaste con tu esplendida y habitual sonrisa.

Me acerque lentamente, incrédulo ante aquella situación. Acariciaste una de mis mejillas, mi cuerpo se estremeció y comprendí que por fin había llegado hasta ti.

Te abracé, te besé y te estreché tan fuerte que creí romperte, pero no fue así.

- Te extrañe... - tu expresión se enterneció, te acercaste a mí y me volviste a besar.

- No más...- enlazaste tu mano con la mía, viraste hacía el horizonte y me invitaste a partir.

Y con un suspiro de alivio, felicidad y paz, comencé a caminar; sin olvidar despedirme de aquel lugar inicial donde en un principio aparecí.

- Dulces sueños...- un joven asiático colocaba una flor entre las manos del cuerpo frío e inerte de quien alguna vez fue su amigo, mientras luchaba contra el deseo de llorar.

|| Hoy estaba un poco nostálgica y pues gracias a eso surgió este pequeño one shot. Espero que sea de su agrado ✿

~Au revoir~ ||