Fama o hermandad (Itasasu) (Editando)

Capítulo 34: el francotirador

Capítulo 34: el francotirador

Sasuke se despertó con una bocada de aire ahogado. Sentía los párpados como si se los hubiesen cosido y al abrirlos, notó como la piel se le desgarraba mientras los despegaba lentamente. Sasuke tomó aire y abrió los ojos completamente: todo estaba a oscuras y por un instante creyó que Itachi había cerrado todas las persianas de las ventanas, hasta que comprendió que no estaba durmiendo en su mullido colchón, sino en el suelo; un suelo áspero, duro y frío.

Su cabeza le daba vueltas como si hubiese dormido por mucho tiempo y sus parpados le pesaban como si fuesen de plomo, amenazándolo con seguir durmiendo. Tenía un inquietante dolor en la espalda y cuello, como si hubiera dormido en una mala posición. Desobediente, movió su cabeza hacia la derecha y fue recompensado por una cortante punzada de dolor que descendió veloz por la espalda.

Se intentó levantar, pero algo lo retuvo; al volver a intentarlo notó que su muñeca estaba aprensada al suelo contra algo que lo inmovilizaba, como también sus dos tobillos que le hacían una presión más fuerte que en la muñeca.

Intentando comprender qué pasaba, las imágenes de lo que le había pasado inundaron su cabeza, una detrás de otra a una velocidad sorprendente, hasta que Sasuke lo recordó todo. Había parecido una pesadilla: los autos estallando, el fuego consumiéndolo todo, Kakashi muriendo de un disparo, Itachi despidiéndose de él para siempre, Orochimaru desparramándose en el suelo. Se encontró respirando frenéticamente, con su mente llena de pánico, sin saber dónde estaba y si los demás estaban bien. ¿Por qué estaba vivo? ¿Acaso no le habían disparado?

—¿¡Itachi!? —su voz salió seca y adormilada, su lengua le pesaba. Se sorprendió que no estuviera amordazado y a la vez le dio una desagradable impresión de que debía de estar en algún lugar muy solitario donde nadie lo escucharía—. ¿¡Orochimaru!?

Nadie le respondió, tampoco se escuchaba nada: no había un insignificante sonido y eso le inquietaba, como si estuviera en un container dentro del océano. Intentando calmarse, miró a su alrededor con los ojos entrecerrados para poder vislumbrar algo entre la oscuridad. Entre las sombras, apenas vislumbró un techo alto y cuadrado, más allá parecían haber unas largas escaleras de metal que daban hacia lo que parecía una plataforma que rodeaba las paredes, como si fuese de esas estanterías que usaban para cargar mercadería y a la vez caminar. ¿Estaría en una fábrica?

Intentó moverse nuevamente, pero lo único que logró fue hacerse daño en la muñeca que ya de por sí la sentía en carne viva. ¿Esto sería obra de su padre? Sasuke quiso golpearse el rostro al preguntarse algo tan obvio. Era bien notorio que Fugaku había hecho esto, había caído en su emboscada y ahora estaba pagando las consecuencias. ¿Qué le haría su padre? ¿Por qué lo mantenía con vida? ¿Itachi y Orochimaru estarían bien?

Arrepintiéndose de haberlos dejado acompañarlo, solo atinó a tirar nuevamente de su muñeca, esta vez con más fuerza, pero lo que fuera que tenía rodeándola no hizo desajuste alguno. Sentía las piernas pesadas y raras, con un hormigueo que le recorría de arriba abajo. Se preguntó si moriría aquí. Tal vez el castigo de su padre era dejarlo en este lugar sin comer ni beber, hasta que él se pudriera. Era una muerte dolorosa y seguramente espectacular para Fugaku Uchiha, para su venganza por haberle estropeado sus planes.

De repente, escuchó un sonido, era apenas audible, pero que al pasar los segundos se intensificó cada vez más, hasta notar que eran pasos sobre lo que parecía ser un suelo de metal. Sasuke sintió el corazón acelerar y por un instante solo escuchó su corazón como si fuese un tambor retumbándole los oídos. Un haz de luz apareció y desapareció sobre lo que Sasuke había vislumbrado como una segunda planta donde iban las escaleras, escuchó el cerrar de una puerta que chirriaba, y luego todas las luces se encendieron de repente, dejando cegado a Sasuke.