*Separador: Omnisciente*
*Un año después *
El tiempo había pasado y el corazón de la vampiresa se había ennegrecido y vaciado de una forma tan atroz que incluso para una mujer tan fuerte, decidida y controladora como lo era Cinderella Lovegood era demasiado.
Intentó remediar sus errores, pedirle a aquella vieja bruja que revirtiera lo que había hecho, pero todo le había salido mal y lo único que había logrado era que la bruja se sintiera ofendida y no quisiera ayudarle más con el problema de Evanna.
Se arrepintió, se arrepintió tanto que tenía pesadillas recurrentes en donde su pequeña hija de 5 años lloraba desconsolada por que la había alejado de su querida mejor amiga.
La Alfa no quería eso, ella solo buscaba lo mejor para su hija, creyó que, si le daba aquella poción a la vampiresa, ésta la ayudaría a separar a Samantha de Evanna, pero lo único que logró fue que la rubia se convirtiera en una maldita que trataba mal a su niña e irremediablemente se alejaran de una forma que jamás creyó posible.
Evanna había cambiado en ese último año. Se había encerrado más en sí misma, ya casi nunca salía de su cuarto, y mucho menos de la mansión.
Los sábados de pijamada con Gally se habían acabado y las salidas diarias a la casa de la vampiresa también.
La sonrisa de Evanna había pasado a solo aparecer cuando su hermano se hacía cargo del asunto, que eran pocas veces por lo ocupado que estaba.
Su amado esposo cada vez llegaba más y más enojado del trabajo, siempre quejándose de los malos tratos de la vampiresa.
"Solo has que se aleje de mi hija."
Repetía constantemente al llegar a casa y evitar mirarla a los ojos. Él sospechaba lo que su esposa había hecho, pero no se atrevía a preguntar y ver a la mujer que amaba de aquella forma y tampoco podía evitar odiar a la vampiresa por la forma en la que trataba a su hija menor.
La alfa no podía hacer lo que su esposo le pedía, ya que, era ella misma quien había ocasionado todos esos cambios. No podía contárselo a nadie, o la culparían de todo, le dirían que dejara de meterse en la vida de su hija y que la dejaran estar con su alma gemela.
La culpa estaba matando a Lovegood, haciéndola cada vez más insoportable, mandona y mala alfa. Ya nada era como antes y las personas de la manada se estaban dando cuenta de todo.
Unos golpes en la puerta de su oficina hicieron que la mujer levantara su vista y limpiara las lágrimas de sus ojos. Se levantó rápidamente y caminó un poco para que no se notase que estaba llorando, no iba a permitir que la vieran de esa forma tan vulnerable, sea quien sea.
—Pase.
Sabía de quién se trataba, el olor de la vampiresa se había hecho presente ya hace unos minutos dentro de la mansión.
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Infierno Escarlata (C.E 2)
Fantezie-Segunda parte de Castigo Escarlata- Después de miles y miles de años, la vampiresa Gally Dimmock al fin ha logrado obtener lo que tanto anheló en el pasado: libertad. Lamentablemente, al cumplirse su deseo, todo lo que alguna vez amó le fue arrebat...