*Separador: Gally*
Enojo.
Dolor.
Desesperación.
Era lo único que había sentido en estos últimos días, sobre todo este último fin de semana en el que todo se había intensificado y sentía que mi cuerpo se quemaba de una forma que jamás había sentido.
No sé qué habrá pasado para que ese viernes en la noche todo se volviera un caos dentro de mi cuerpo.
Lo peor de todo es que había pasado por todo aquello sola, con el recuerdo constante de que no le importaba a nadie y con la imagen mental de que, si llegaba a morir ahí mismo, probablemente nadie se daría cuenta de mi ausencia.
Había ido al colmillista junto a Evanna, me habían recomendado unos cuantos días de descanso para ayudar a mi boca a sanar.
Resulta que las quemaduras eran bastante extremas. El perro de Román había aceptado que faltara a la escuela y hasta había enviado una canasta con muchos litros de sangre.
Estúpido.
Al final si había logrado alejarme de su hijita.
Le había dicho a la rizada que era un simple dolor de colmillos, pero no se comparaban en lo absoluto el dolor y la pesada recuperación.
Puta madre, y todo por meterme donde no me llaman. ¿Por qué defendí a la rizada?
No lo sé, pero mientras más lo pensaba, más me molestaba.
En el pasado, cuando me sentía mal o ella lo hacía, siempre pasábamos a la casa de la otra para hacerle compañía y que no se sintiera sola, pero desde que era amiguita de Samantha, solo tenía ojos para ella y lo demás lo dejaba en segundo plano.
Porque sí, por si se me había olvidado mencionar: Resulta y acontece que Evanna al fin había logrado entablar lo que parecía, una relación cordial con su amor platónico. Razón por la cual, mi presencia ya no era nada requerida en su vida desde hace semanas.
Estaba harta.
Por más que intentaba relajarme y no culparla por mis acciones nada parecía funcionar.
Siempre que intentaba ayudarla con sus terribles padres, algo grave me sucedía. Primero me reprimen de mis sentimientos y ahora esto. ¿Es que no pueden ser un par de padres normales? Pff...
Pero juro que es la última vez que intento ayudarla.
Hoy era el día en el que volvería al instituto, lo que me hacía un poco feliz ya que tendría interacción social. Jamás creí que la necesitara, pero estar sola y sufriendo durante tanto tiempo no era muy bueno para la salud de nadie.
Saludé a un par de personas que notaron mi ausencia y me pusieron al tanto de los eventos que habían pasado.
Iván, el noviecito de Samantha había encontrado a su mate, el que casualmente era el ninfo más débil de toda la escuela.
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Infierno Escarlata (C.E 2)
Fantasy-Segunda parte de Castigo Escarlata- Después de miles y miles de años, la vampiresa Gally Dimmock al fin ha logrado obtener lo que tanto anheló en el pasado: libertad. Lamentablemente, al cumplirse su deseo, todo lo que alguna vez amó le fue arrebat...