¨La paz y tranquilidad reina en la felicidad de una familia, pero cuando los secretos salen a la luz no hay manera de evitar que el rencor se rija¨
Dean
Al fin llega ese momento del día, donde el sol comienza a teñir el cielo de tonos rosas y naranjas. La fría noche llega a su fin. Siento que han pasado días desde que me subí en la moto y comencé mi viaje hacia una nueva etapa de mi vida. Cada kilómetro recorrido es como liberar una carga. Siento mi cuerpo agarrotado y mi espalda y piernas empiezan a pedirme un descanso. No tardo mucho en llegar. Estaciono en un aparcamiento delante de un pequeño edificio que no tiene más de cuatro plantas. Apago el motor y saco las llaves del contacto. Me bajo todavía con el casco puesto y al quitármelo, la luz, de la que el cristal opaco me ha estado protegiendo, me deslumbra.
Reviso el último mensaje que recibí, que contiene la dirección en la que me encuentro. Guardo las llaves en mi bolsillo trasero y mientras sujeto el casco con una mano, con la otra acomodo la bolsa de deporte en mi hombro.
Camino sin prestarle atención a mi entorno. Al llegar al portal, busco el timbre del tercer piso y lo presiono. Sin mucha espera la puerta emite un ruidoso timbrado y se abre.
De normal subiría por las escaleras sin ningún problema, pero en este momento estoy tan exhausto después de horas conduciendo que voy directamente hacia el ascensor sin pensarlo dos veces.
Al llegar, doy unos leves golpes con los nudillos. La puerta se abre y después de tanto tiempo veo el rostro de un viejo amigo. Víctor me recibe efusivamente con una sonrisa. No puedo evitar sentir un mínimo de emoción después de tantos años sin vernos.
-Dean, me alegro de verte, tío.
Sale del marco de la puerta y ambos nos damos un leve abrazo, acompañado de palmadas en la espalda.
Sigue igual a como lo recuerdo.
-Yo también... no has cambiado nada- comento.
-Podría decir lo mismo -rezuma sarcasmo- te has dejado crecer el pelo- dice al tiempo que lo remueve con su mano.
Se adentra en su apartamento y lo sigo. Cierro la puerta con un leve chasquido, al girarme veo un espacioso salón con cocina americana. Todos los muebles son de color blanco, menos el sofá, que al igual que el mármol de la encimera es de un tono gris.
Llama mi atención con gesto para que lo siga.
-Ven, te enseñaré tu habitación.
Caminamos por un estrecho pasillo, iluminado por una suave luz, que tiene cuatro puertas, una de ellas en el techo. Supongo que es alguna especie de desván. Al final de este está mi cuarto, está amueblado con una cama, un escritorio y silla y un armario empotrado. No era como las habitaciones a las que estaba acostumbrado una vez empecé a vivir con mi pa... con Bastian.
No necesito más.
-No he tenido mucho tiempo para decorarla- señaló- pero aún tengo que bajar algunas cosas del desván- Se apoya en el marco de la puerta y deja que la inspeccione.
-Víctor, no sé como agradecerte esto- me sincero.
-Sabes que no tengo problema, Dean- su tono sereno me tranquiliza, no quería sentirme como un intruso -A decir verdad- continúa- me sorprendió tú llamada.
Era más que entendible que en algún momento me preguntara el porqué de mi repentina escapada. Pero para ser sincero, no me apetece hablar ahora del tema, solo quiero tirarme en la cama y dormir aunque sea un par de horas.
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Te encontré
Teen FictionDean Blade, se ve envuelto en una serie de engaños por parte de la gente que más quiere, por lo que decide dejar su cuidad y visitar a un viejo amigo. Lo que él no sabe es que el destino le depara muchas cosas, nuevos amigos, nueva vida, un nuevo am...