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Sin duda fue difícil para Valentina presenciar la demanda contra el ex esposo de Juliana, demasiado cuando tenía que mirarla llorar cada vez que ella debía dar su testimonio sobre lo que vivió con ese hombre a lo largo de cinco desgastantes años.

Por suerte la demanda acabó y como era de esperarse Juliana recibió la victoria del caso, Valentina se había esforzado porque eso sucediera, si bien las abogadas que Mari le recomendó eran bastante buenas en su trabajo, Valentina no podía arriesgarse a que las cosas no salieran como esperaba, así que decidió invertir demasiado dinero para asegurarse de que el caso estuviera ganado, no haría nada ilegal como ofrecerle dinero al juez o algo parecido, definitivamente eso solo podría resultar contraproducente, sin embargo decidió contactarse con muchos abogados prestigiosos de Ciudad de México para ofrecerles un trato a cambio de no trabajar con Sergio, ella sabía que ese hombre también tenía una buena economía, pero si algo no tenía era tiempo, estaba detenido y la demanda iba a empezar muy pronto, así que al no poder encontrar un buen abogado no le quedó mayor remedio que aceptar al abogado que el gobierno designó para él.

Valentina se sentía satisfecha.

Y por si fuera poco se encargó de invertir aún más dinero para recaudar las pruebas necesarias sobre el abuso que Juliana recibió, pruebas psicológicas, análisis de diferentes tipos, compró videos de cámaras de seguridad de tiendas que en un principio se negaban a dárselas, entre otras cosas que mostraban el infierno que su pequeña llegó a experimentar aún en los lugares públicos.

Y como era de esperarse lo lograron, no había nada que desacreditara las confesiones de Juliana frente al tribunal, todo estaba a su favor así que el caso prontamente llegó a su fin dándole la victoria a la mexicana de piel pálida.

Entonces por fin Sergio recibiría su merecido y se iría a la cárcel tal como Valentina había deseado por tanto tiempo.

Esto debían celebrarlo, todo estaba saliendo mejor de lo que Valentina se esperaba, Juliana aún estaba por cumplir el octavo mes de embarazo y ella le había asegurado que estaba lista para casarse, entonces Valentina iba a hacer lo posible para hacerla su esposa antes de que su bebé naciera, podía llevarla a la playa con la excusa de que sería para celebrar la victoria del caso y ahí le propondría matrimonio con un anillo costoso pero sobre todo lindo, tal como la hermosa chica de quien se había enamorado lo merecía.

Así que puso manos a la obra, debía darse prisa y hacer las cosas rápido antes de que Valeria decidiera nacer, parecía una carrera contra un bebé en el vientre de Juliana, algo gracioso si Valentina lo pensaba bien, pero ella quería recibir a su hija en una familia formalmente construida, por lo cual esa misma tarde se escapó del trabajo sin poder avisarle a la escuela que iba a faltar y así poder comprar el anillo que le daría a Juliana para comprometerse con ella.

Fue demasiada presión para Valentina, debía escoger un anillo de compromiso en una sola tarde, pero no por eso se llevaría cualquier cosa, así que no le importó invertir todas las horas que correspondían a su empleo para poder encontrar el anillo perfecto que le daría a su novia y madre de su bebé que aún no nacía.

Y por suerte lo logró, esa noche volvió a casa con dos cosas, un anillo de compromiso y muchas quejas en su bandeja de entrada de correo electrónico por parte de la escuela debido a la falta sin justificación que había dejado.

Pero nada podía quitar aquella resplandeciente sonrisa que había en su rostro, por lo cual esa misma noche cenó muy animada junto a Juliana y más tarde fueron juntas a su habitación, no sin que antes Valentina escondiera bien el anillo que había comprado para su novia.

Las luces ya estaban apagadas, iban a dormir cuando Valentina rompió el silencio.

-Creo que sería bueno celebrar la victoria del caso- La menor opinó intentando mirar al rostro de Juliana en medio de la oscuridad de la noche.

- ¿A qué te refieres? ¿Compramos un pastel? - Juliana se sintió algo extrañada por la idea de Valentina, habían ganado el caso, sí, pero no entendía a qué quería llegar la mayor.

-Algo más especial, ¿Qué te parece ir a la playa?

¿La playa? Eso tomó por sorpresa a Juliana.

- ¿Este fin de semana?

- ¿Por qué no mañana? - La inglesa ofreció.

¿Ir a la playa en pleno miércoles? Juliana no entendía que bicho le había picado a Valentina, en ocasiones no entendía muchas cosas sobre Valentina, así que simplemente prefería pensar que era parte de su cultura, aunque Mari no era tan rara como ella a pesar de también ser extranjera, pero tal vez eso creía simplemente porque no venían del mismo lugar.

-Está bien- Juliana respondió realmente confundida, pero al final ella no tenía nada importante por hacer, no tenía un empleo al cual presentarse, así que podía disponer con facilidad de su tiempo, sin embargo, esperaba que aquello no interfiriera con el trabajo de Valentina.

Entonces finalmente durmieron, sin darle tantas vueltas al asunto descansaron ya que debían tener energía suficiente para el viaje del siguiente día.

La noche pasó realmente rápido para Valentina y ella estaba muriendo de los nervios, hoy sería el gran día, ese día en el cual le propondría matrimonio a esa hermosa chica de la que estaba tontamente enamorada, sin esperarlo ella despertó primero, por lo cual preparó el desayuno para ambas y junto las cosas esenciales que necesitarían en la playa, todo para que cuando Juliana despertara no tuviera que hacer tanto esfuerzo, pues no era nada fácil moverse ágilmente con un vientre de casi ocho meses de embarazo.

Así que, al despertar, Juliana agradeció verlo casi todo listo, se sentía cómoda y feliz de que Valentina se tomara el tiempo de hacer las cosas por ella, entonces le agradeció con un beso una vez estuvieron por salir de casa, un beso pasional que a Valentina casi la hizo desear quedarse en casa con Juliana ese día, pero el plan ya estaba hecho, ella debía llevar a su novia a la playa y proponerle matrimonio por la tarde con el sol escondiéndose por el horizonte.

Y aunque Juliana se divirtió como nunca en la playa, Valentina por su parte no paraba de comerse las uñas a causa de los nervios, lentamente la tarde estaba llegando, el sol no paraba de moverse cada vez más y más cerca del horizonte.

- ¡Amor, mira! - Juliana exclamó emocionada apuntando a las aves que volaban en el cielo.

Se encontraban caminando por la orilla del mar, descalzas y tomadas de las manos mientras disfrutaban de la suave brisa acariciando sus rostros, el sol estaba bajando lentamente y Valentina sostenía con fuerza la cajita de terciopelo en su bolsillo mientras su frente no dejaba de sudar, sin embargo la sonrisa de su rostro no desaparecía, pese a todos los nervios que sentía, la tranquilizaba el hecho de sostener la mano de su hermosa novia y le avergonzaba un poco el hecho de saber que probablemente había dejado sudor en la mano de la mayor, pero a pesar de eso no tenía la intención de soltar a Juliana porque sentía que si lo hacía saldría corriendo a causa de los nervios.

Era gracioso, estaba nerviosa por Juliana, pero le tranquilizaba el hecho de tenerla cerca.

Entonces sin previo aviso Valentina detuvo por un momento su caminada confundiendo un poco a la contraria.

Y comenzó a hablar.

-Juliana.

- ¿Sí, amor? - La mayor respondió con la cabeza ladeada mirando a Valentina posicionarse frente a ella.

Valentina suspiró.

-Hace mucho que quería hacer esto, pero necesitaba esperar porque quería que fueras libre antes de que me dieras una respuesta definitiva, sin embargo, puede parecer que últimamente estoy yendo demasiado rápido, pero no es así, he esperado demasiado por esto- Valentina dio una bocanada de aire y comenzó a arrodillarse -Dime Juliana Valdez, ¿Aceptas casarte conmigo?

Valentina abrió la caja de terciopelo arrodillada en la arena frente a la atenta mirada de la menor.

Y pacientemente esperó por la respuesta de una sorprendida Juliana.

Estéril || Juliantina (G!P) •AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora