Prólogo

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Ya todo era ineficiente, todo estaba roto y los pedazos restantes de ese amor se fueron perdiendo conforme esos dos tortuosos años pasaron, veía sus fotos en redes sociales de fiesta en fiesta. Dejo de ser el chico tímido que era antes, dejo de ser ese chico de quién se había enamorado y para colmo se habían intercambiado papeles inconscientemente. Todo se quebró como el cristal de los ventanales, su amor se quemó como la leña para la chimenea de una cabaña.

Inhaló de nuevo ese polvo blanco por sus fosas nasales que lo hacía sentir con energía, aunque no las tuviese. Sabía que esos quimicos dañaban su organismo pero, ¿Ya de que le servía estar sano y con vida?.

Su cabello perdió esa tonalidad azul fuerte que solía tener, ahora solo estaba de color castaño, volvió a su tono natural al no renovar el tinte, comía solo porque Shay lo obligaba, si no ya hubiese fallecido por falta de alimentos.

Seguía enamorado, sin duda alguna, pero su karma había llegado, el chico fuckboy que solía ser se fue, llegando a su existencia una nueva personalidad que estaba muerta en vida, se había vuelto antisocial, no tenía ánimos para nada.

Solamente cada que llegaba el otoño salía a la plaza que estaba enfrente en la antigua casa de los Dallas, todavía yacían los escombros de cuando fue incendiada, en esas épocas solía mirar las hojas que caían de los árboles, y espectaba los atardeceres, se había vuelto lo que quería, era un fotógrafo.

Las desganas le impedían seguir, el miedo de volverse a encontrar a si mismo lo carcomía sin querer detenerse.

Sus fotografías más que todo eran de los paisajes, la nieve, la tierra, la naturaleza, el cielo pintado de colores, más que todo. Los atardeceres era lo que más le gustaba fotografiar.

Ahora enfermaba constantemente, tenía las defensas bajas. La falta de vitaminas en su cuerpo le estaba pasando facturas.

Los recuerdos de ellos dos riendo mientras estaban recostados sobre las hojas secas en las épocas otoñales. Discutiendo cuál color de hojas era más bonito. Si el amarillo, el anaranjado o el marrón oscuro. Eran uno de sus recuerdos más hermosos.

Se besaban y sonreían felices estando juntos, y ahora ya no quedaba nada.

En la vida de Cole Dallas era, quien diría divertida, alcohol, cigarrillos y fiestas, sexo cada noche con su grupo de pretendientes.

"No seas como yo, porque como tú eres es más que suficiente para mí, te amo así."

Aún recordaba cuando le dijo esas palabras a quien solía ser su hermoso Pelinegro.

Y Alexander, todo era frío, gris, desganas, drogas para poder sentir energías y olvidar todo a su alrededor.

" Te amo y lo sabes, Alexander, ya sanaste, te ayude a sanar, ahora seamos felices solo tu y yo"

Habia Sido una promesa que al final no valió nada. Cuando pudo ser sanado al poco tiempo volvió a ser herido. Solo quería una vida con la persona que solía amar. Y todo se rompió.

Todo cambio para mal.

Parecían el ying y el yang.

Todo el tiempo en desacuerdo.

No sé dirigían la palabra desde su ruptura, para ninguno fue fácil y aún no lo era. Solo lo ocultaban todo. ¿Y para que admitirlo?. Ya no existían posibilidades de volver a ser lo que en un tiempo habían Sido, ¿Y que era eso?. Pues se convirtieron en confidentes, solían ser felices y por culpa de un tercero ese hermoso amor fue asesinado.

Jamás te creí. © [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora