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EL BULLICIO DE LA PAREJA DE ENAMORADOS EMITIAN DENTRO DEL DEPARTAMENTO SOLO CONFIRMABA EL POR QUÉ EL DESTINO LOS HABÍA ENLAZADO, las risas que emitía la castaña acompañada de la posterior corrección provocaba que el estomago de Damian se llenara de bonitas mariposas. Elizabeth le estaba enseñando frases básicas en español a su insistente novio, quien a toda costa busca impresionar a sus suegros en la pronta visita que les daría. Ambos se encontraban cara a cara en el gran sillón de la sala de estar. Al inicio de las lecciones la latina se encontraba frente a su novio modulando y pronunciando lentamente las oraciones para que pudiesen ser comprendidas, sin embargo, la lengua arabe-estadounidense del azabache no ayudaba demasiado.
Al principio le corrigió con temor y cuidado evitando ofender a su pareja, pero al ver como el chico le sonreía con ternura le brindo la suficiente confianza como para reírse a carcajadas en compañía de pequeñas sonrisitas de Damian.
Quien lo diría, Damian Wayne, el egocéntrico, perfecto y frívolo chico estaba permitiendo que su bonita novia le corrigiera.
Por primera vez en su vida no sintió soberbia y menosprecio en el tono de voz en conjunto con el lenguaje corporal de una persona.
Elizabeth lo corregía con paciencia y amor.
Algo que solo le provocaba "mariposas" en su estomago.
-Te cuesta mucho la eñe
-Eñe -la palabra sonó tergiversada provocando una risita en su novia. -Deja de reirte o te enfrentaras a consecuencias
-Uy ¿Me estas amenazando?
-Si
-Lamento informarte que tengo un buen amigo mío que es superhéroe -Damian ladeó la cabeza burlón.
Le seguiría el juego a su novia.
-¿Ah, si? ¿Quién sería el afortunado?
-Robin -mencionó orgullosa sacándole una sonrisita.
-Yo también tengo contactos que son superhéroes
-Estas jugando sucio
-Tu empezaste
-Bueno -miro el techo buscando una defensa. -Al menos se pronunciar la eñe
-Y yo se hablar árabe
-Eso es obvio, no cuenta
-Igual que tu y las letras en español
-Bah -hizo un sonido con su voz de desinterés. -Tramposo
Damian emitió una risa masculina que hizo que el vientre de la castaña se revolviera de tirones.
-¡Ah! -gritó la extranjera al sentir como las manos de su novio comenzaba a hacerle cosquillas provocando una risa contagiosa.
-Me encantas -comentó al ver a su novia roja, despeinada y agitada.
