Capítulo 14

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-Vamos, Charlotte -me llama Lara vestida en sus pijamas-. Levántate de una vez.

Abro los ojos y maldigo para mis adentros.

-¿Qué quieres? -reprocho y escondo mi rostro debajo de las sábanas-. Es sábado, déjame dormir.

-Vamos a almorzar con Brandon. ¿Ya lo olvidaste?

-Mierda -murmuro y me quito un hilo de baba de la comisura de mis labios mientras me siento lentamente en la cama-. Recuérdame... ¿De quién fué la idea y por qué acepté sin siquiera cuestionármelo?

-Fue mi idea -dice Tara y se empieza a vestir frente al espejo-. Y aceptaste porque le debías una charla a mi novio sobre baloncesto.

Cierro los ojos y suelto un suspiro cansado. Ahora sí recordaba el momento exacto en el que me lo pidió. Había regresado a la habitación hecha un desastre después de mi beso con Matt y simplemente asentí con la cabeza mientras Tara me hablaba. Pero la verdad era que no le estaba prestando atención y sólo quería hacerme bolita en mi propia burbuja de soledad y confusión.

Me levanto de la cama e intento vestirme al igual que mis amigas. Es una de las pocas veces en lo que va del año que me invitan a hacer algo juntas y no puedo negarme como una niña herida por algo externo a ellas o a Brandon.

-¿A dónde vamos a ir?

-A un pequeño restaurante que hay dos calles abajo de la universidad -responde Lara mientras se calza una zapatillas deportivas-. Abrió hace poco y dicen que es una preciosidad.

-¿Es elegante o informal?

-Informal, totalmente informal.

-¿Y qué tipo de comida hacen?

-¡Lottie! -exclama Tara-. ¿Cómo pretendes que sepa eso?

-¡Perdón! -me defiendo mientras me pongo unos pantalones de mezclilla-. Sólo quería asegurarme de no llevar ninguna camiseta blanca que pueda quedar potencialmente estropeada por un plato de espaguetis.

Las gemelas se ríen de mi humor seco y salimos del campus en dirección al local. Hacemos todo el recorrido a paso ligero y dejo que ellas hablen durante la mayor parte del trayecto. La noche anterior me costó conciliar el sueño y el cuerpo me pesaba diez veces más de lo normal.

Cuando llegamos al restaurante una mesera nos recibe y nos lleva hasta una mesa reservada. Es redonda y tiene seis sillas pero no le presto demasiada atención a eso porque me pierdo en los detalles del lugar.

El local está decorado mayoritariamente de blanco. Pero hay un enorme mosaico de azulejos pintados a mano sobre una de las paredes del mostrador principal y eso llena el ambiente de vida. La temática es italiana sin embargo no se ve para nada como el típico restaurante de manteles a cuadros con velas anticuadas y botellas viejas de vino. Por el contrario, la inspiración parece salida de la costa Amalfitana, con cuadros de Positano, Sorrento y Atrani. Y los centros de mesa son unas pequeñas canastas llenas de limones y naranjas con algunas flores naturales; por lo que no demoro en sentir el aroma dulce y cítrico que proviene de allí.

-Este lugar es realmente precioso -balbuceo con la mirada perdida entre candelabros y caracolas marinas.

-¿Verdad que sí? -responde Lara igual de entusiasmada que yo-. ¿No te dan ganas de viajar a Italia?

Asiento y los ojos de Tara se iluminan cuando un par de jóvenes se acercan a nosotros.

-Perdón por llegar tarde -dice Brandon, quién abraza y besa a mi mejor amiga antes de sentarse a su lado.

Matt y Emma vienen con él y me muerdo la lengua para ahogar un grito de frustración. Así que eran para ellos las otras sillas restantes.

-Hola -dice Matt y levanta su mano para saludarnos mientras Emma va colgada de su brazo.

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