XII - Meu amor

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-Como desees, meu amor.

Leo abrió de golpe los ojos, sorprendido. Sus mejillas se tornaron color carmesí casi al instante.

Me dijo amor... ¡Me dijo amor! ¿Debo ilusionarme?

Cristiano observó su expresión y se avergonzó también.

-Oh... Yo... Lo siento, no quería... -Intentó excusarse-.

Pero no pudo terminar, pues unos labios lo callaron. Messi volvió a besarle.

-No te disculpes, me encanta. -Lo miró a los ojos y rió suavemente- Amor...

Cristiano sonrió aliviado.

Había una cosa de la que era consciente desde hace algún tiempo, pero cada día estaba más seguro. Cada día, Leo, con sus palabras, sus miradas o sus caricias se lo confirmaba.

Y es que estaba perdidamente enamorado de él.

Sus musculosas piernas, sus redondos glúteos, su perfecto abdomen, su piel pálida y suave... Iban a hacerlo enloquecer.

Y eso no era lo único que lo hacía sentir de tal forma, su voz, tan cálida y suave, la forma en la que sus ojos se achinaban cada vez que sonreía... Podría seguir así durante horas.

Cristiano cambió de postura. Dejó a Leo tumbado debajo suyo. Con un rápido movimiento se despojó de su ropa interior, e hizo lo mismo con la del menor.

-Abre esas preciosas piernas para mí, meu amor.

Messi obedeció al instante, dejando su entrada más expuesta ante el mayor.

Cristiano se inclinó un poco. Se acercó más a Leo, colocándose entre sus piernas. La acción provocó que sus miembros chocaran. Messi largó un fuerte gemido.

Cristiano se inclinó más para besarlo, mordiendo su labio inferior de vez en cuando.

Se separó se su boca y besó su clavícula, mientras acariciaba su marcado abdomen con ambas manos.

Bajó hasta uno de sus pezones, lamiendo y succionando suavemente. Leo volvió a gemir.

Eso lo volvía loco. Bueno, todo de Cristiano lo hacía.

El portugués repitió la anterior acción, esta vez sin ser tan cuidadoso.

-Ah... ¡Cris!

Cristiano gruñó al escucharlo. No pudo esperar más. Se incorporó y acercó su miembro a su entrada, rozándola despacio. Comenzó a realizar movimientos circulares e introdujo la punta, volviendo a salir después. Lo repitió algunas veces.

A Messi esos movimientos le causaban mucho placer, pero ya comenzaba a desesperarse. La espera era tortuosa. Pensaba que iba a volverse loco en cualquier momento como siguieran así.

-Cristiano... -Jadeó- ¿Qué carajo hice yo para que jugués así conmigo?

El portugués rió roncamente y se inclinó sobre él.

-Ser tão bonito -Susurró mirándolo a los ojos, para después besarlo-.

Sin despegarse de él, se introdujo por completo con una única estocada.

Leo gimió sobre sus labios. No se separaron. Se besaban desesperadamente.

Cristiano esperó unos segundos a que Leo se acostumbrara a su tamaño, y empezó a moverse. Entraba y salía del argentino despacio, cuidando de no hacerle daño.

Entonces sus bocas se separaron. Aún con la respiración entrecortada, Messi habló.

-Cristiano... Más rápido, por favor.

El portugués obedeció. En realidad, estaba esperando a que se lo pidiera.

Empezó a moverse más deprisa, dando embestidas más rápidas y profundas.

-Mhm...

El argentino levantó las caderas y empujó un poco, intentando que el mayor llegara todavía más dentro de él.

Y lo consiguió, el miembro de Cristiano rozó fugazmente el punto débil de Lionel. El más bajo gimió fuertemente.

-Agh... Ahí, dame ahí...

Cristiano lo hizo, y de una forma tan exquisita que consiguió que Messi no lograra dejar de gritar.

-Oh, Dios mío... ¡Ah! Creo que voy a... -Leo no consiguió terminar de hablar-.

Su semen ya fluía sobre el abdomen del portugués. Dos segundos después Cristiano se corrió su interior, largando un gemido ronco.

El mayor salió de Leo y se acostó a su lado. Los dos estaban tumbados mirando hacia arriba, pero se giraron para mirarse a los ojos.

Dicen que una mirada vale más que mil palabras, así que se limitaron a sonreír como un par de idiotas.

Un par de idiotas enamorados.

Leo no sabía muy bien en qué momento había dejado de ver a Cristiano como un simple viejo amigo. Suponía que aquel día en la discoteca... Dios, benditos sean sus amigos por haberlo dejado solo en aquella pista de baile.

El portugués abrió los brazos y le dedicó otra mirada a Lionel, esta vez suplicante, invitándolo a acurrucarse junto a él.

Leo aceptó gustoso. Se pegó más a él, y sus brazos lo envolvieron formando un cálido abrazo. El más alto dejó un beso sobre la cabeza del otro.

Messi alzó la vista para encontrarse con la suya.

-Cristiano... -Le llamó bajito, a pesar de que no había nadie más en la casa-.

-¿Si? -Le contestó de la misma forma-.

-Yo... Te quiero -Susurró sin separar sus ojos de los suyos-.

Cristiano sonrió. Y Leo juró que podría quedarse observándolo todo el día.

-Y yo a ti. Te quiero.

Los dos se besaron, de nuevo. Pero esta vez no pretendían expresar desesperación, deseo ni apetito sexual, sinó amor, y una felicidad tan grande que no cabia en sus corazones.

***

Viejos amigos - Cristiano Ronaldo x MessiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora