Despertar.

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Miraste la hora en tu celular, no parecía avanzar el tiempo. Te recostaste sobre el sillón y te hiciste ovillo para poder abarcar toda la manta, cubriéndote del frío por el aire acondicionado en el hospital.

Cuando lo viste en la cama, solo te seguía dando un nudo en la garganta con la esperanza que pudiera despertar. Esos días habías estado aún más ansiosa por verlo moverse o tener algún signo que pudiera hacerlo reaccionar, pero nada había ocurrido como esperabas.

Había cumplido un año desde que cayó en coma; un año desde que te sentías fatal por ese suceso.

Recordabas el día del accidente con demasiado detalle, más de lo que te gustaría. Habían estado discutiendo, había nevado en la ciudad y no era recomendable salir a menos que hubiera sido necesario para ir a los trabajos o para sobrevivir a la tormenta que azotaba en la ciudad. Ahora creías que la discusión era sin sentido, perfectamete la hubieran podido posponer o simplemente ignorarla, pero lo testarudo de los dos no había sido de ayuda para que terminaran alzándose la voz en el automóvil, completamente estacionados sin esperar lo que se avecinaría.

Un camión de carga con un conductor que se encontraba exhausto fue la razón por la cual tu novio se encontraba en esa cama sin reaccionar. Ustedes estaban en buen lugar, estacionados sobre la acera cuando el camión los embistió desde atrás sin tiempo de reaccionar. Al estar estacionados, no contaban con sus cinturones de seguridad y dieron contra una de las tiendas de conveniencia que se encontraba a pocos metros de ustedes.

Después de una larga recuperación junto con diversas operaciones, habías logrado salir del hospital; el chofer había pagado sus actos y no habías querido saber nada más del asunto, pero tu novio seguía en coma.

Parecía imposible de creer, sobre todo en las circunstancias en las que se habían quedado. Te habías negado a apartarte de su lado, sobre todo cuando toda esperanza se elevava al tener la respuesta del médico que era probable que pudiera despertar al año, el coma era un proceso lento pero se estaba recuperando de manera considerada, te querías aferrar a ello.

Pero después de que se cumpliera tal aniversario, tus esperanzas volvieron a caer.

—Cariño, no creo que esto sea justo para su familia ni para tí, deberías de considerarlo.—Había dicho tu madre cuando el doctor les había preguntado como familiares directos sobre si seguiría esperando que despertara o esperaban desconectarlo.

Claramente no tomaste bien esa noticia, te negabas a pensar que él pudiera despertar en cualquier momento y poder privarle de la vida. ¿Y si despertaba, pero habían decidido desconectarlo? Eso no es lo perdonaría, no podía suceder de esa manera.

—Él va a despertar, lo sé.—Habías repetido, cansada de decir las mismas palabras una y otra vez.

—No podemos fiarnos en suposiciones, esto está siendo agotador para todos, deberías de pensar en su familia también. No creas que es fácil tener un hijo conectado, dependiendo de una máquina pensando que podría despertar, y si lo hace ¿Sabes cuál es la probabilidad que pueda seguir con su vida? La calidad de vida que tendrá será muy limitada, ¿Y si es de esos casos en los que el golpe afectó su cerebro? Todo puede pasar.

—Por favor, ya basta.—Pediste, cerrando tus manos en puños.—Si no quieres seguir aquí, está bien. Prefiero que te marches y yo estar por mi cuenta antes de seguir escuchando tu pesimismo, no necesito que empeores la situación si no crees que es capaz de salir de esto, pero yo me quedaré porque sé que lo logrará, no importa cuánto le tome, yo estaré aquí esperando a que despierte.—Te levantaste de tu asiento, saliendo de la habitación del hospital.

Pero las palabras de tu madre replicaban en tu cabeza, ¿Y si tenía razón? Veías a toda su familia agotada, sus hermanos solo procuraban visitarlo cada que podían y su padre era el único que seguía frecuentando de manera diaria. Su madre no podía aún asimilar la noticia, por lo que sus visitas eran limitadas porque le impactaba demasiado aún ver a su hijo de esa manera.

Y el tiempo siguió pasando, hasta convertirse en tres años. 

Las cosas no habían cambiado en absoluto, haciéndote resignar ante la situación. Sabías que no podías seguir de esa manera, no cuando ahora contabas con un trabajo, nuevas personas te rodeaban, y con ello, sentías que necesitabas darle una nueva perspectiva a tu vida.

¿Sería egoista pensar en ello? ¿Sería mal visto darte por vencida y volver a retomar tu vida? La incertidumbre te agobiaba, a tal punto que decidiste hablarlo con su madre, necesitando una respuesta que todo estaría bien.

Y lo conseguiste.—Mi niña, está bien que vuelvas anhelar tu vida. Han pasado tres años de lo sucedido, y la verdad no sé si me duele más ver a mi hijo en esa cama o verte a ti aferrándote a él a pesar del tiempo. Sabes que mi hijo solo quería lo mejor para tí, y si esto te hace feliz y te hace volver a ti misma, estás en todo tu derecho a hacerlo. Te aprecio, y solo quiero que puedas estar bien.

Con lágrimas en los ojos, asentiste a sus palabras y con un último abrazo, tomaste una decisión. Fue aquella mañana donde lo fuiste a visitar por última vez, justo en el aniversario que cumplían como novios que fuiste a dejarle un ramo de sus flores favoritas, las colocaste a su lado y con una últimas palabras te despediste, besando su mejilla antes de salir de la habitación. Sentiste un peso ser liberado de tu pecho, sentías que volvías a respirar y aunque aún persistía una espina en tu corazón, sabías que estabas haciendo lo correcto.

No pensabas que habías desperdiciado tres años de tu vida varada en aquella habitación del hospital, solo te tomó el tiempo suficiente para sanar y pensar por un momento en ti. Habías reorganizado toda tu vida, tus pertenencias solo eran tuyas, los recuerdos estaban guardados en cajas mientras fueron almacenadas en el ático de tu hogar. Una remodelación bastó para sentirte mejor y conforme los días pasaron, sentías que estabas sanando en realidad.

Fuiste a trabajar como cualquier otro día, a excepción que habías olvidado tu celular en tu habitación por salir apurada al no sonar la alarma, por lo que las múltiples llamadas y mensajes que estaban entrando no los veías al no estar contigo.


Mamá:

Cariño, él despertó.

Y está preguntando por ti.


✎ Imaginas (IV)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora