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Can you lick the tip then throat the dick or nah?

La frase de aquella canción se me quedó dando vueltas hasta que los labios de Jimin se encargaron de borrar todo pensamiento. Sinceramente, no supe qué me cautivó más, sus palabras, su sonrisa, o la maldita manera en la que me recostó sobre el mullido colchón para colocarse encima de mí.

Tal y como no era la primera vez que nos besabamos, también habíamos avanzado a algunos toqueteos con el tiempo. Jimin descubrió que me ponía a gemir su nombre con solo rozar la piel de mi cuello con su nariz. Así, dejar besos húmedos en aquella zona se convirtió en su nueva pasión, buscando mis gemidos y llevarme a un punto de excitación del que me era difícil salir.

─Basta con escucharte para saber lo cachondo que te pongo.

Me encantaba. Me encantaba la manera en que Jimin era directo. Yo buscaba ser igual pero no me salía, él me intimidaba tanto que no tenía el valor de soltar una sola palabra cuando nos encontrabámos en una situación como aquella.

Llevé ambas manos a su cabello, enredando los dedos entre los mechones oscuros y tirando suavemente de ellos cuando los besos comenzaron a descender con lentitud. Estaba sorprendida de lo gentil que Jimin estaba siendo.

─Jimin─ya mis suspiros tenían nombre y el único culpable era él.

─¿Qué quieres, nene?─los ojos le brillaban más que nunca, juré verme reflejado en su oscuridad y solo pude sonreír.

─Por favor, Jimin.

─No es por jugar sucio, pero si no me dices lo que quieres no puedo dártelo

─Tócame, joder. Haz algo antes de que me vuelva loco.

Sus manos cruzaron el límite de la ropa por primera vez y el contacto fue ardiente. La temperatura de mi cuerpo comenzó a elevarse y la suya ni hablar. Se me escapaban suspiros con más frecuencia, algunos seguidos de su nombre.

Jimin se levantó por un momento, quedando de rodillas frente a mí solo para quitarse la camiseta negra dejándome ver su torso y abdomen desnudo. Luego de verle sin camiseta por primer vez, desarrollé algún tipo de manía con la parte baja de su abdomen, donde se marcaba de una manera sensual y discreta la línea de su cinturón de Adonis, que se perdía entre el borde del pantalón y la ropa interior. Me invadieron unas ganas arrebatadoras de besar todo su cuerpo, sin dejar un solo milímetro de piel sin cubrir con mis labios.

Pero Jimin tenía otros planes para mí.

Sus dedos expertos comenzaron a jugar con la cinturilla de mi falda. La paciencia se le fue a los talones y no dudó mucho antes de bajar la cremallera y dejarme en bragas frente a él. Se dio cuenta de que el jersey me molestaba más de lo común. Me tomó de las manos para alzarme hasta quedar sentado. Sus ojos pidieron permiso como la primera vez que se atrevió a besarme -porque el primer paso al conocernos lo di yo-. Alcé los brazos sobre mi cabeza para indicarle lo que tenía permitido.

─Puedes hacer lo que quieras conmigo, Jimin.

Jamás había sido de palabras con él. Pero esa noche lo vi necesario. Entre Jimin y yo había una rara conexión, que bastaba con mirarnos para saber lo que quería o sentía el otro. Compartimos una de nuestras tantas sonrisas cómplices, ese sentimiento que solo nos pertenecía a ambos por encima de otros. Seguí el recorrido de sus manos hasta el dobladillo del jersey blanco que llevaba, lo tomó entre sus dedos con suavidad, a la par que me miraba a los ojos. Comenzó a alzar la tela con parsimonia, haciéndome sufrir bajo el tacto de su piel en mis costados.

El jersey fue dejado de lado en cuestión de segundos, Jimin lo lanzó a algún sitio irrelevante de la habitación para que le hiciera compañía a su chaqueta.

𓍯  mіᥒ𝗍 ᥲᥒძ ᥴіgᥲrᥱ𝗍𝗍ᥱsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora