El viaje desde el estudio jurídico a mi casa es de 20 minutos. Fui todo el camino excitado. Mientras más me acercaba a mi casa, más emocionado se ponía mi corazón. Sentía adrenalina en la parte interior de mis muslos. Una sensación cosquillosa que subía por mis piernas hasta mi pecho. Vértigo por lo que presentía que iba a pasar.
Cuando llegué a casa, abrí el portón con el control remoto. El portón se abrió lentamente. Entré el auto y el portón se volvió a cerrar. No me bajé. No me moví. Estaba en mi asiento agarrándome la cabeza de mi verga que sentía iba a explotar. No quería bajarme con tan poco autocontrol.
Finalmente me bajé y abrí el baúl. Ella seguía tal cual la dejé. Levanté la manta y la vi quieta, mirándome con precaución.
Puse mi brazo bajo sus rodillas y bajo sus brazos y la levanté. La dejé de pie en el garaje. Con un gemido se quejó y se llevó las manos al trasero donde todavía tenía engrapado el pantalón al trasero. Le agarré suave la mano. Quería que se dejara la grapa mientras caminaba por mi casa.
-Escucha. Hoy vas a quedarte aquí, hasta que sepamos que hacer, pero no puedes andar así, apestas. No confío en ti, tengo muchos objetos de valor niña así que te voy a estar vigilando. Vamos que te vas a bañar.
Esta vez no la agarré del codo. Sabiendo como iba a terminar la noche, habiendo tomado la decisión de cogerla, ya no tenía apuro. Quería disfrutar de la sensación adolescente de sentir que se te adormece el pito de tanto aguantar las ganas.
La agarré de la mano y la llevé por la casa. Le mostré la cocina, el living, las habitaciones y por último el baño.
-En la última habitación que te mostré hay un juego de toallones en el segundo cajón del mueble de la esquina. Tráelo. Vuelve envuelta en uno y sin ropa debajo.
Ella seguía sin emitir palabra, mirándome con ojos brillantes, preocupada por su futuro y ahora también por su presente. Pese a todo volvió cómo le indiqué. Desnuda bajo esa toalla blanca. Me acerqué a Lisa y abrí la toalla. Sus pechos no eran grandes. Su culo tampoco. No tenía grandes dotes pero tenía el mejor de los dotes, podía apreciar un buen amo.
Mi boca empezó a salivar al ver su pubis con pelo recién crecido, rasposo. En su trasero estaba la marca roja de la grapa que había sido clavada y que ya no estaba. Con la mano le indiqué que se metiera en la ducha.
El agua caía en su cuerpo y ella se dejaba mirar por mi, de manera entera. Yo todavía de traje pero excitado hasta el dolor, había empezado a frotar su cuerpo con las manos. Exploré sus pechos y la di vuelta. Separé sus nalgas y apoyé mi dedo índice en su ano. Entró un poco y esto sobresaltó a Lisa que estaba hipnotizada por mi exploración. Apreté los labios de su coño y note que estaban hinchados. Ese fue el límite en el que ya no me pude controlar.
-Te toca pagar el precio por mi protección- le dije- Date la vuelta y agáchate.
Ella esperaba el cobro ansiosa. Se arrodilló frente a mi sabiendo su tarea. No era tonta, se notaba que lo había hecho muchas veces antes. La imaginé con todos esos viejos agachada así como estaba frente a mi, metiéndose todos sus penes en la boca, esperando la oportunidad para distraerlos y robarles y enfurecí. Le agarre la cabeza y le metí mi verga en la boca. No espere que lo chupara ni una sola vez. Con fuerza le sostuve la cabeza y rellené su garganta con mi verga. Empezó a hacer arcadas y eso me excitó mucho más. Estaba furioso, enojado, vengativo. Quería partirle la garganta a esa puta pretenciosa desnuda y mojada sobre la ducha de mi baño. Múltiples arcadas salían de su boca, su estómago empujaba para poder respirar. Aún así me mantuve firme incluso intenté seguir empujando a ver si entraban también mis pelotas. El vaivén empezó. Le cogí la boca a mi mujer, a mi puta doblegada, a esa boca lujuriosa que me aceptó entero. Ella vomitó y el vómito salió por su nariz, por los costados de la boca. Era insostenible. Ella no respiraba, solamente recibía los embistes de mi desesperación. Hasta que finalmente le aventé toda mi leche, mezclándose con su vómito y obligándole a tragarlo.
Con mis bolas vacías, con mis instintos saciados, volví a mirarla sin rasgo animal. Lisa estaba tirada en la ducha, agitada, mojada, con vómito en sus tetas y el clítoris hinchado. Sonreí con ternura. Le limpie el vómito de la cara, la alcé y la lleve hasta la habitación. Lloraba un poco por el resentimiento del estómago. La arropé en el toallón y la dejé sobre la cama.
Mientras, yo estaba empapado en mi traje. Me desnudé frente a ella, sin miedo, impune como un dios del Olimpo que se cobra de sus oradores los precios que considera justo. Orgulloso exhibí mi pene y mis bolas frente a ella. Al fin y al cabo estas son las bolas que tiene que chupar y el pene al que tiene que recibir de ahora en adelante.
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CASO CRIMINAL [BDSM ANAL]
Roman d'amourUn abogado se dispone a ayudar a su cliente, Lisa, una ladrona de joyas que consigue escapar de la comisaría. A cambio de la ayuda, Lisa deberá entregar su cuerpo y su voluntad a su inesperado amo. ¿Podrá zafar de la cárcel y de la esclavitud sexua...