☁👼 ÚNICO 👼☁

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Harry solo admiraba el panorama frente a él. Los gritos de agonía, la sangre que se derramaba por las calles. Aspiró con fuerza el dulce olor de la perdición.

¡Esto era simplemente glorioso!

La felicidad lo llenaba por completo. Por fin uno de sus más locos sueños se hacía realidad y el fuego que se extendía en sus narices era prueba de ello.

Miro hacia el cielo oscurecido, retumbos poderosos se escuchaban, probando la furia del Creador.

—¡En tu cara, Dumbledore! –gritó con fuerza para ser escuchado pero este no le contesto aunque sabía que lo estaba viendo y escuchando, eso era más que suficiente para él.

Le gusto.

Le gusto la emoción, la expectación. Un pequeño destello blanco y dorado llegó a él y sonrió más grande que antes. Lo tenía que buscar, tenía que mostrarle su obra de arte, demostrarle lo equivocado que estaba. Sabía que su hermoso Ángel estaría enojado por haber sido vencido, sus delgadas mejillas sonrosadas por la cólera. Sus ojos grises cual tormenta estarían en llamas viva al saberse no escuchado, pero realmente a él no le importaba.

Era una doble victoria para él.

Había logrado destruir a los humanos en las narices de El Creador y él había quitado a uno de sus mejores Ángeles.

Y eso sabía a la mejor victoria.

Ser el Rey de los demonios no era fácil, pero no menos satisfactorio más en estos momentos ¡Satanás! Exclamaba algunos ¡Lucifer! Otros crédulos, pero unos ¡Mi Señor! Sus más fieles seguidores, más uno, uno especial, al que le gustaba jugar y que hacía que lo llamara a gritos y suspiros de placer, lo quería a su lado, lo quería con tanta desesperación.

Solo faltaba tan poco, él estaba en la azotea más alta, escoltado por su General más fuerte, y de su fiel amigo

Su hermoso Ángel necesitaba más protección ahora, mierda, sabía el riesgo que corría, y por ello tenía que estar a su lado AHORA.

Carajo, quería cogerlo con el mundo destruyéndose detrás.

Con ese pensamiento buscó su razón de existir.

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El aburrimiento estaba plasmado en todo su rostro cuando lo vio entrar, claro está, era solo una máscara que ocultaba su verdadero sentir.

Los dos Ángeles se detuvieron enfrente de ellos, en medio de una sala llena de demonios. Con firmeza, levantando sus barbillas con orgullo como si no estuvieran en frente al trono del Rey de los demonios y a su General más fuerte.

Ron soltó una pequeña sonrisita a su lado y él retuvo la suya, solo viendo fijamente al más alto de los ángeles. Seguía igual a como lo recordaba, sus cabellos rubios, casi platinados como la luna misma, sus ojos grises llenos de seguridad, nariz fina y mejillas delgadas en un rostro afilado y hermoso. Su cuerpo cubierto de ropas finas y puramente blancas, listas para empaparse de pecado.

Esos ángeles eran estúpidamente valientes, pensaron en sincronía.

—Díganme ¿qué es lo que quiere Albusito ahora?— preguntó con sorda sabiendo que los angelitos caerían por el apodo burdo a su creador.

Como pensaba el ángel más pequeña frunció el ceño pero él otro la callo.

—Quiere que desistas en tu plan, él te dará una oportunidad de redimirte.

Ángel Caído [Harco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora