Primer día

30 3 1
                                    

Ya en la puerta me crucé con caras conocidas, compañeros de todos los cursos. En las caras de los más pequeños se podía ver la emoción reflejada en sus ojos. Ojalá volver a esa edad, ojalá volver a tener esa ilusión. Pero la vida pasa, el tiempo no se detiene y o la vives al ritmo que te marca o te quedas por el camino. Un camino con baches, altibajos, periodos difíciles pero otros buenos que compensan, si lo pones en una balanza compensa y mucho. O al menos eso dicen.
Saludé a profesores y alumnos según iba entrando hasta llegar al patio. Yo también estaba un poco nerviosa, estaba impaciente por saber las listas de clases, que compañeros tendría este curso. Lo único que sabía era que Ana, mi profesora de mates del año pasado ese año la tenía de tutora. Era una señora de unos cuarenta y poco años, pero que se conservaba muy bien. Bromista pero inteligente. Me caía muy bien . Lo único que sabía sobre su vida privada era que estaba casada y que tenía dos hijas. Tenía el pelo castaño y olía siempre muy bien. En cuanto la vi, fui a darle un abrazo, siempre se había portado muy bien conmigo y yo la quería mucho y sabía que ella a mí también me quería aunque solo fuera un poquito. Al menos, sabía que tenía una buena tutora, y alguien cercano en el que poder confiar a pesar de todo lo que estaba pasando.
Llegué al patio, terminé de saludar a los compañeros que todavía no había visto y me fuí directamente a mirar las listas. La leí detenidamente, no estaba ni con Mara, porque se había cambiado de colegio ni con Aroa, que estaba en la otra clase pero sí con Carolina, ellas tres eran mis amigas del año anterior, aunque con ninguna había mantenido relación durante el verano. Seguí leyendo, también estaba con una de las otras amigas de Carolina, Mencía. Ya sabía lo más importante aunque aun así termine de ver la lista para saber bien con quien compartiría clase. No pintaba nada mal, a ver cómo se desarrollaba el curso. Subimos a clase sobre las diez y media y durante el resto del día no pasó nada mucho más interesante, aparte de saludos y más saludos y anécdotas veraniegas. La tarde fué mas de lo mismo, un tanto nerviosa por haber empezado el nuevo curso pero a la vez insustancial. No hice nada productivo más allá que preparar la mochila del día siguiente, en ello estaba cuando mi padre me llamó a cantar.

-Voy- contesté
-Elena vamos- volvió a gritar padre a los dos minutos cuando aún seguía en mi habitación preparando el uniforme.
-Que ya voy- dije saliendo de mi cuarto en dirección a la cocina.
-¿Brócoli, en serio, otra vez? Dije cuando vi la cena. -Mi hermana tiene hamburguesa. No es justo.
- Ya hemos tenido esta conversación Elena. Y ahora estoy muy cansado y no me apetece volver a tenerla. Hay que bajar un poco esos kilillos de más que has cogido durante el verano- Contestó mi padre.
-Y este curso objetivo; hacer más deporte, los dos, que tenéis que ir cogiendo ya hábito de deporte, sino, luego siempre es mejor empezar de pequeños para que luego de mayores no os dé tanta pereza. -Añadió mi madre dirigiéndose a mi hermana y a mí. Como respuesta a mi cara de asco añadió -Mira Ainara, es un poco más grande que tú y mira como se ha puesto por no hacer deporte y no controlar lo que come.

Tras aquello, me comí mi brócoli sin rechistar y volví a mi habitación. Mis padres llevaban diciéndome que tenía que adelgazar todo el verano.Ya se había convertido en una conversación recurrente en mi casa. Pero la verdad nunca les hacía mucho caso, yo me veía bien y eso era lo único que importaba. Además disfrutaba demasiado comiendo, para privarme de los pequeños placeres de la vida como era merendar galletas los viernes.
Hasta ese día. Aquel día, por primera vez me sentí culpable por las natillas que me había tomado de postre, sentimiento que nunca antes había tenido tras comer.
Antes de acostarme me miré en el espejo, y examiné detenidamente cada centímetro de más que había en mi abdomen, luego la grasa de mis piernas.
Mis padres tenían razón, estaba engordando, tenía que controlarlo.

Las dos primeras semanas de curso transcurrieron sin mucho misterio, ya sabía qué profesor tenía en cada asignatura en casi todas ya habíamos empezado a dar temario. Con Aroa no estaba muy bien pero sin embargo con Carolina últimamente me estaba llevando genial, y me había empezado a llevar con Mencía, la otra amiga de Carolina.
Aroa me daba un poco de pena, Carol y Mencía no la querían en su grupo y a menudo la dejaban sola. Yo me encontraba en el medio, sin saber muy bien que hacer, si posicionarme del lado de Carolina o ser empática con Aroa y estar con ella, aunque sabía perfectamente que si la situación fuese al revés, aroa no haría lo mismo por mí. Pero aún así me seguía dando pena.

Yo controloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora