Capítulo 28

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El viaje - Sara.

Son las seis y media de la mañana. Deberían pesarme los ojos y estar rogando por un segundo café. Pero no. Me siento viva, eléctrica y fugaz. Pol me espera en el BMW de Ainhoa, con las maletas ya cargadas en el maletero.

—Amor — exclamo mientras me acerco a él—. ¿Llevas tu documento de identidad? ¿Has guardado bien el traje para que no se te arrugue? Voy a revisar de nuevo si he guardado mi inyección de la...

—Nena —Pol me interrumpe con una sonrisa divertida —. Tranquila. Lo llevo todo. Tu inyección de la alergia está en tu bolso. Y he metido otra más en la guantera del coche, por precaución.

Suelto aire, siendo consciente de que estoy un poco nerviosa.

—Vale —susurro, ligeramente avergonzada —. Lo siento.

—No me pidas perdón —protesta mientras me atrapa con su brazo y me acerca a él. Deposita un beso en mi frente, me agarra por los hombros suavemente y me regala su mirada color café. —. Entiendo que estés nerviosa, pero todo va a salir bien. Nos quedan seis horas de coche, así que vamos a pasarlo bien. Venga, el primero en subirse al coche elige playlist.

Me sumo a la carrera, pero tras casi caer al tropezar en el bordillo de la acerca, cuando abro la puerta del copiloto, Pol ya está sentado, con el cinturón puesto y conectado su móvil al bluetooh del coche.

—Las he visto más rápida —exclama.

Le doy un manotazo y le pongo mala cara.

La primera hora del coche la dedicamos simplemente a escuchar música. Cantamos a pleno pulmón, intercambiamos miradas cuando alguna letra nos recuerda a nuestra historia y volvemos a cantar.

La segunda hora charlamos sobre la cafetería y lo poco que queda para que todo comience a ser real. Le reconozco a Pol que siento vértigo. Como siempre, me contesta como es él: sabio, maduro y seguro.

—El vértigo es necesario en la vida, Sara. Y las cosas que dan miedo, suelen ser las correctas.

Me permito perderme un rato en mis pensamientos y viajo al pasado.

Recuerdo a la perfección mi oficina de Galicia. Gris. Fría. Olía a tinta de impresora. Siempre llegaba antes. Al principio, porque sentía que tenía que demostrar que me esforzaba. Después, por costumbre. También me iba siempre tarde. Reuniones, papeleo, visitas de clientes. Un día tras otro, que iba tachando del calendario. Seis años de mi vida viviendo en esa oficina. Rodeada de gente que parecía que nunca me iba a tomar en serio. Nunca me había planteado que quizás, así no era feliz. Era lo que me había tocado. O más bien, lo que mi padre había decidido para mí. ¿Quién iba a llevarle la contraria?

Y en cambio, mírame ahora. Con un proyecto que me llena el corazón, por el que lo he apostado todo.

Nunca me había imaginado viviendo esta vida, trazando estos sueños, pisando con mimo y fuerza a cada paso.

Vuelvo la mirada hacia Pol. Conduce relajado. ¿Te he dicho ya que es el chico más guapo que he visto nunca? Hoy ha cambiado alguno de sus chándales de Adidas por un pantalón cargo de algodón, negro, combinado con una sudadera gris. Creo que quiere causar buena impresión, aunque llegaremos directos a casa de mi madre, y esta ya sabe que se puede vestir en chándal los siete días de la semana. Y seguir siendo el hombre más sexy del mundo.

—¿Eres feliz?

La voz de Pol me devuelve a la realidad. Al coche, a la carretera kilométrica, al aroma de la tapicería de cuero, a las nubes que envuelven el cielo.

La magia de dos corazones en movimiento [Parte 2 Bilogía]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora