Capítulo doce

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Lauren condujo en forma errática, acelerando fuerte y frenando de pronto. Más de una vez sus manos quedaron fijas en el volante; Sofía casi se golpeó cuando el vehículo tomó una de las curvas. La oficial sostenía el volante con fuerza y con ambas manos, y aunque parecía concentrada en el camino, continuamente lanzaba miradas por el espejo retrovisor, que a veces se encontraban con la mirada de Sofía.

Sofía podía ver la furia de Lauren en sus ojos. Reflejaban dolor, pero por momentos la muchacha podía ver algo más, algo que no se esperaba. Lo que vio fue angustia. Y Sofía recordó de golpe como se veía Lauren en el funeral de Lucy. Como si tratara, y no pudiera, darle un sentido a lo que le había pasado. ¿Sería que ahora tendría algo que ver con Camila?

Con el rabillo del ojo, Sofía podía ver por la ventanilla los árboles que pasaban y dejaban atrás. En pocos minutos, ella misma sabía, pasarían por el mismo y exacto lugar donde había ocurrido el accidente de Lucy.

Camila salió a toda velocidad, del mismo modo en el que lo había hecho Lauren, con la esperanza de alcanzarlas. Tenía que encontrarlas. No podía dejar a Sofía al cuidado de Lauren, no después del odio incontrolable que había visto en su mirada. Y menos, ciertamente, luego de saber lo que estuvo a punto de hacerle a Otis.

Quería estar presente cuando Lauren bajara con Sofía, aunque el problema era que ella no sabía dónde quedaba el departamento de policía. Podría detenerse en alguna parte y llamar por teléfono para averiguarlo o consultar un directorio telefónico, pero eso no haría otra cosa que alejarla más y más de ellas, pensaba frenéticamente. Sólo se detendría si en los próximos minutos todavía no pudiese verlas.



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—Camila no sabía nada de esto.

Sofía no estaba segura si Lauren la estaba escuchando, pero tenía que intentarlo. Lauren debía saber la verdad respecto de Camila. No podía permitir que creyera que su hermana había sabido desde el comienzo. No quería que Lauren la odiara. Camila no se merecía eso.

—No me había dicho con quién estaba saliendo. Y lo supe apenas en de Acción de Gracias. Ahí fue cuando te vi. Pero no le conté acerca del accidente hasta el día de ayer. Mi hermana no sabía nada de eso.

—¿De verdad piensas que te voy a creer? —replicó Lauren dándose vuelta.

Pero realmente le estaba costando aceptar que Camila la hubiera engañado.

—No te mentiría en eso.

—¿Pero sí me mentirías con respecto a otras cosas? ¿Lo del perro, por ejemplo? Lucy no pudo haber saltado frente a tu vehículo.

—No es que quisiese hacerlo, no pudo evitarlo. No fue culpa de nadie. Fue un accidente.

—¡No, no lo fue! —gritó Lauren, dándose vuelta otra vez —. ¡No estabas prestando atención y la atropellaste!

—No— insistió Sofía—, sucedió como ya te he dicho.

Lauren señaló con el dedo a la chica, casi dándose vuelta por completo de su asiento.

—La asesinaste... ¡y huiste!

—No, yo me detuve y la busqué. Cuando la encontré me descompuse como si yo también estuviera a punto de morir —Sofía dejó de mirar a Lauren y bajo la mirada —, la cubrí con una manta—susurró—, porque no quería que nadie la viese en ese estado.



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Bennie Wiggins encontró en una estación de radio la canción que deseaba oír. El sol se escondía detrás de las copas de los árboles y la nieve caía copiosamente. Se enderezó en el asiento porque se dio cuenta de que su vehículo estaba invadiendo el otro carril. Luego retomó el carril correcto. Un automóvil se iba acercando. Y él aún no lo veía.

Un lugar en nuestros caminos (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora