Capítulo XXIX -. Hermanos

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—Kurotsuchi nos atrapó, estamos muertos... le va a decir a mi padre y puede que todo esté perdido. —dijo Deidara en cuanto la muchacha salió de la habitación.

—¿Qué crees que vaya a pasar si le dice?

—No lo sé. Mi papá ha estado cambiando y eso, pero... no creo que ésto vaya a aguantárselo.

—Oh... No te preocupes, pase lo que pase yo te acompañaré. —lo tomó del rostro para que lo mirase y le sonrió.

—Lo mismo digo. —le devolvió la expresión y lo abrazó.

—Creo que debo volver a casa, ya ha pasado mucho y creo que me esperan en casa.

—Está bien. —se separó y se levantó.

—¿Qué vas a hacer? —preguntó curioso, pero al mismo tiempo avergonzado por volver a ver su desnudez.

—Estoy buscando tu ropa, no sé dónde la dejé, hm —se agachó a buscarla por el suelo. Al encontrarla, volvió a acercarse a él y dársela —. Listo, ésta es la t- —fue rápidamente interrumpido por un beso. Sin duda, le había sorprendido un poco, pero había decidido seguir al sentir gusto.

—Amé hacer eso contigo, nunca pensé en que tu cuerpo era tan hermoso sin ropa. —murmuró mientras sus labios seguían a unos pocos milímetros de los suyos.

—Lo mismo digo, podría hacerlo una y otra vez sólo para ganar experiencia y hacerte sentir mejor, hm.

—Dei... —después de un momento lleno de más muestras de afecto, se separó. Tomó su ropa y se paró, pero volvió a sentarse al instante —. ¡Tsk!

—¿Te pasa algo?

—Es que... empezó a dolerme un poco... —dijo apenado. Aun con dificultad, se vistió frente a él, poniéndole rojas las mejillas.

—Si quieres puedo acompañarte a casa. —le sonrió.

Itachi le devolvió la expresión amablemente y se rió un poco. —No dejas de mirarme.

—Lo siento, quedé embobado viéndote.

—Oh, ya veo —dijo mientras Deidara empezaba a vestirse también. Mentiría si dijera que no había quedado tal y como lo había hecho él anteriormente —. Bueno, ya vámonos.

Ambos salieron de la habitación, para después salir de la casa. Se llevaron la mirada atenta de Kurotsuchi, que se burlaba mentalmente de ellos. Quizá pensaba en acusarlo, quizá no.

—¿Te duele mucho? —preguntó Deidara al verlo caminar con dificultad.

—Puede ser. Nunca lo había hecho de ninguna forma, pero- —fue interrumpido cuando sintió los brazos de su pareja rodeando su cuerpo para después cargarlo en brazos.

—Entonces no caminarás, hm. —continuó con el trayecto.

El azabache estaba sorprendido, pero al mismo tiempo gustoso de que ésto fuera así. Al llegar a su casa, vio cómo su hermano menor jugaba con sus juguetes en el patio delantero de su hogar.

—¡Puagh! —pronunció al ver la melosidad entre los dos. 

—Ah, hola Sasuke. —se bajó de sus brazos, pero aquella molestia era persistente. Arrugó su expresión un poco, pero trató de contenerse.

—Qué bueno que volviste. Siempre que vas con tu noviecito duras hooooras ahí, ¿es que acaso no se quieren separar?

—Exacto... —murmuró Deidara lo suficientemente alto para que ambos oyesen

—¡Ew! Frente a mí no. —se cruzó de brazos.

—Está bien, no habrán demostraciones de afecto frente a ti, ¿sí? —dijo Itachi.

—Bien, mejor para mí.

—Lo mejor será que me vaya ya. No vaya a ser que Kurotsuchi le diga algo a mi padre sin que yo sepa. —mencionó Deidara.

—¿Qué cosa? —preguntó curioso Sasuke.

—Nada importante. —sacudió su mano en señal de despedida y se dio la vuelta, pero fue detenido por Itachi, quien le dio un beso despedida.

—¿Qué fue lo que dijeron que no harían? —dijo asqueado el menor.

—Fue una última vez, lo prometo. —le sonrió con tranquilidad su hermano.

—Bien.

—Ya me voy, nos vemos. —se dio la vuelta y terminó por irse.

Al llegar a su casa, la sangre se el congeló cuando vio a su hermana y a su padre reunidos en la sala.

—Oh, qué bien que llegas, Dei. —le sonrió la muchacha.

—A-ah... hola... —trató de subir rápido a su cuarto temiendo por lo peor, pero la voz de su padre detuvo sus pasos.

—¿Dónde estabas? Kurotsuchi me dijo que no sabía, que no te encontró cuando llegó,

—Ah... con Itachi.

—No sueles hablarme mucho sobre él y cómo van los dos, ven y siéntate. —le dijo con buena intención, sin embargo, el joven rubio maliterpretó la situación y al sentarse, empezó a hablar.

—No pasó nada, hm —dijo avergonzado.

—¿Cómo es eso?

—Lo que sea que te haya dicho Kurotsuchi no es cierto, nada es cierto.

—Eh... Kurotsuchi nunca me ha dicho nada sobre ustedes, ¿qué podría decir? —preguntó confundido —. ¿Pasó algo entre ustedes o algo...?

—N-no, estamos bien.

—Deidara —le reprendió con molestia —. ¿Qué estás ocultando?

—Nada, es sólo que me da algo de pena contarte.

—¿Por qué?

—No solemos hacer ésto y es algo repentino. —se cruzó de brazos.

—Dime, aunque sea lo más mínimo. ¿Qué tal vas con Itachi? ¿Cómo es él cuando está contigo? Cuéntame.

—Todo va bien, Itachi es muy cariñoso y ha sido un buen novio. Ambos estamos enamorado y estoy sé que... él es con quien quiero casarme. —dijo sin pensar lo último.

Su padre se quedó sorprendido, nunca pensó ver tanta seguridad en alguien tan despreocupado como su hijo. Quizá ésto era un paso más adelante a su madurez de adultez, puesto que el joven ya tenía los 17 años. O quizá sólo pensaba aquello por amar a ciegas, los pensamientos de Kitsuchi estaban muy divididos al respecto.

—Sigue esperar a que sigan juntos por siempre, ¿no?

—Yo sé que pasará, lo amo y él a mí. Eso no lo cambia nada.

—Muy bien por ti, Deidara —le sonrió alegre —. Itachi no es un mal chico, ojalá algún día pueda conocerlo mejor.

—Lo mismo digo, me dijo que la última vez que habló contigo dijo que lo amenazaste y le advertiste sobre cosas horribles de mí. —rió.

—Tal vez, pero eso quedó en el pasado. Invítalo a cenar aquí cuando quieras, sólo avísame.

—Está bien, algún día será.

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