ÁNGEL

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Joel Miller

Una ráfaga de balas vino hacia nosotros como un rayo que cae bruscamente al suelo sin importar el daño que cause alrededor, por suerte, pudimos esquivarlos y contraatacar. Mi equipo y yo éramos muy buenos, de hecho, éramos unos revolucionarios o algo parecido.

Nuestro único objetivo era recaudar provisiones de los grupos más violentos de Boston para nosotros, pero también para los que no podían defenderse. Recuerdo que una vez le entregué un arma a un niño de tan solo 8 años con el fin de que pudiera defenderse de todo y de todos.

Nunca sabes qué tipo de persona podría estar frente a ti.

-Debe de haber muchas provisiones para que se resistan tanto. –Mi compañero, Nicholas, gritó sobre el sonido de los disparos.

Asentí mientras me ocultaba en un bloque de cemento, las balas penetraban este material, y a su paso dejaba un polvo plateado que nublaba mi visión.

-Voy a entrar, cúbreme.

Seguido de ello, corro hacia el peligro como siempre lo hice desde que empezó la pandemia.

Siempre correr al frente, nunca atrás.

Nicholas elimina a los dos guardias que están en la entrada, lo que me permite entrar a la casa envejecida por los años, incluso el techo se está cayendo incandescentemente. Sin embargo, continuo mi camino por las habitaciones, derribo a dos intrusos que querían dispararme, pero no me doy cuenta de uno y me hiere en la pierna. Quejo de dolor para luego dispararle en la cabeza. Un tiro limpio.

Silencio.

¿Se acabó?

-Mierda, Joel...-Mi compañero luce nervioso por mi estado, el resto del equipo se queda vigilando la entrada mientras que otros también entran a la casa.

-Tranquilo, estaré bien. –Me hago un torniquete rápidamente con la manga de mi camisa, dejando mi brazo izquierdo descubierto.

Recorremos toda la casa, pero no hay nada de valor, salvo algunas armas.

¿Por qué habría de proteger tanto este lugar? ¿Por las armas? Si tan solo eran una cuantas.

Me separo de Nicholas porque creemos que así encontraremos más cosas, pero me equivoco, porque no hay nada. Mi instinto me dice que hay algo abajo, en el sótano, porque no hemos revisado por allí. Voy solo, y escucho susurros, casi inaudibles, simples palabras que bien pueden desaparecer como el vaho de una fría noche tempestuosa. Abro la puerta lentamente e ingreso con una agilidad feroz para que el que sea que esté allí, no escape.

Mierda. No.

Es entonces cuando veo a un grupo de mujeres y niños, me miran con terror. Comprendí algo en ese pequeño instante, yo era el mismísimo diablo delante de ellos, y para mí, ellos eran unas pobres personas desafortunadas en esta vida. Solo que no supe en ese momento que una de ellas iba a ser un ángel para mí.

La que estaba con un cuchillo en la mano, aquella rubia con cabello corto y ondeado, estaba temblando mientras sostenía el cuchillo, preparada para atacarme si daba un paso. Sus ojos marrones casi ni se notaban de qué color eran porque ahora estaban rojos de tanto llanto, una capa de sudor la cubría por todo su cuerpo, atenuándose más en su top blanco.

-No te nos acerques. –Su mirada se desvió a la puerta detrás de mí, para después volver a su punto original.

Solté mi arma y esta cayó en el suelo limpiamente, el cuarto estaba oscuro y solo la luz que venía del exterior nos iluminaba, las demás personas detrás de ella parecían sombras y fantasmas que esperaban que el desafortunado dueño se durmiera para empezar a deambular.

SURVIVING【The Last of Us】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora