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EL FRÍO SE HABÍA VUELTO MÁS DURO que nunca y no podían permanecer en un lugar por más de dos noches, ya que constantemente tenían que huir en un intento de evitar las pequeñas pero jodidas manadas de caminantes.
Hasta se les volvió rutina que cada vez que encontraban un lugar con potencial para pasar la noche, formaban rápido un grupo para despejar el área mientras que los demás se quedaban esperando hasta ser llamados.
Rosaleen le hizo un favor a Carl y le insistió a la mamá para que lo dejara ayudar, a Lori le costó ceder y permitir que su niño siguiera los pasos de los más grandes, pero él estaba creciendo y ya se había acostumbrado a las nuevas formas de vivir.
Además, quería aprender a protegerse a sí mismo, defender y ayudar al grupo, tal y como lo hacía su padre y su hermano mayor.
Y fue cuando Lori se rindió que le permitió integrarse oficialmente a los grupos de limpieza, pero con la condición de que cada vez que iban a despejar un área: Carl tenía que recibir órdenes de cualquiera que estuviera cerca, ya que, era la única forma en que podía encontrar tranquilidad acerca de la seguridad de su hijo.
Actualmente, habían encontrado una casa que desde afuera parecía ser lo suficientemente espaciosa y acogedora para todos, así que, Jayden sugirió despejarla para pasar la noche y dejar de tener el culo cuadrado por los asientos de los coches.
Al coincidir con la idea, Rick dio los primeros pasos y abrió las puertas de una patada, disparándole al caminante que estaba a su izquierda para poder avanzar y caminar junto a sus hijos, T-Dog, Daryl y Asher.
Jayden, al estar detrás de su padre, derribó al otro caminante y acuchilló su cabeza mientras Carl lo seguía por detrás con su arma preparada.
Señalando hacia la cocina, le dirigió a Carl una mirada mientras se acercaba a un armario, él asintió y entró en la habitación con cautela, buscando cualquier amenaza y preparado para cualquier cosa.
Jayden abrió la puerta del armario para revisarlo, era más grande de lo que se imaginaba y había una puerta al final.
Agarró con fuerza su cuchillo, se movió en silencio hacia la puerta y se preparó unos segundos antes de abrirla bruscamente, encontrándose con la filosa punta de la flecha de Daryl apuntando justo entre sus ojos, por un momento se congeló mientras se miraban; pero luego se relajó una vez que se dio cuenta de que era él. Se rió en voz baja pero Daryl gruñó y lo miró mal, antes de dirigirse en direcciones opuestas para despejar el resto de la casa.
