Capítulo 30.

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Lorena

Estamos en clase, esperando a que llegue el profesor de Filosofía para explicarnos el Conocimiento de Nietzsche. Odio a ese autor, no entiendo nada de lo que dice.

Hace una semana que los chicos presentaron su último disco, y dentro de apenas dos días empiezan la gira por todo el país. Creo que el colegio va a ponerles un profesor de carretera, pero aún así mi madre dice que pasarán mucho tiempo en Sevilla.

-Hey -sonríe Dani acercándose a mí.

-Hey -río imitándole después de que me dé un pico.

-Este sábado tenemos firma en Madrid y la semana que viene iremos a Galicia y a Valencia, aprovechando la cercanía entre ciudades... -suspira irónico-. ¿Por qué no te vienes?

-Dani, me encantaría acompañarte a tu locura de estrella del pop, pero la semana que viene tenemos tres exámenes, y no pienso faltar. Olvídalo.

-¿Por qué no te apuntas a nuestras clases particulares en caravana? -propone de buen humor-. Vamos, ya somos tres los que las tenemos, no creo que les importe que te animes tú también.

-Ya, ¿y a Lucía le habéis propuesto las mismas condiciones?

-Me ofende que lo dudes -dramatiza Dani falsamente-. Y a Miriam también. Solo tenemos una vida, y sacarte segundo de bachillerato mientras te recorres España de punta a punta entre conciertos y entrevistas... no suena mal, ¿no?

-Hablaré con mi madre -decido con una sonrisa.

Asiente con una sonrisa triunfante y se coloca entre mis piernas para besarme muy lentamente.

-Bien, parejita. ¿Vais a dejarme empezar la clase? -habla Roberto entrando en clase, provocando que nos separemos-. Id a vuestro sitio.

-Tío, un poco de discreción -ríe uno de nuestros compañeros dándole una palmada en la espalda a Dani.

-Martínez, siéntate junto a Pérez, hay un hueco libre -ordena el profesor de mal humor.

-¿Otro cambio?

-Haz caso -vuelve a ordenar mirándome.

-Todo el puto día cambiándome de sitio -susurro cogiendo mi mochila y poniéndome de pie.

-Relájate -ordena Dani poniéndome una mano sobre el brazo-. Hazle caso antes de que te castigue.

-Qué pesado es, en serio -vuelvo a susurrar mirando a mi novio.

-¡Se acabó! ¡Estáis los dos castigados! -nos grita dando un golpe en la mesa-. Os quiero ver a la hora del recreo en la biblioteca.

-¿Estás de coña? ¡Pero si no hemos hecho nada! -me cabreo.

-Lore, ya -me frena Dani serio.

-No, ni Lore ya, ni hostias. Que no he hecho nada, tío.

-Martínez, ve a por un parte -ordena Roberto.

-Joder, pero si tampoco ha sido para tanto -interviene Lucas desde su sitio-. Estás hoy un poco calentito, ¿no, profe?

-¡Pérez! ¡A por un parte tú también! -exclama mirándole cabreado-. ¿Qué os pasa hoy a todos?

-Bueno, bueno, tampoco grites que Lucas tiene razón: no ha sido para tanto -dice Miguel Ángel, uno de nuestros compañeros-. Lore, cariño, tranquila, yo te cubro -me sonríe haciéndome un guiño.

-¿Tú quieres que te parta la cara? -contesta Dani mirándole con asco-. Parecéis todos gilipollas, la que estáis liando.

-Tú sí que eres gilipollas -susurro con una media sonrisa, provocando los gritos de toda la clase.

-¡A Dani no le llamas gilipollas! -exclama Saray, una chica de clase-. ¡Gilipollas serás tú! ¡Pedazo de puta!

-Como vuelvas a insultar a Lorena vamos a tener un problema -se cabrea Lucas poniéndose de pie.

-Sí, no vuelvas a dirigirte a mi novia en ese tono -ordena Dani mirándola enfadado.

-¡Basta todo el mundo! ¡Silencio! -grita el profesor-. ¡Estáis todos castigados a séptima hora!

-Tócate el coño -se queja Teresa, otra compañera.

-Y todo por culpa de la zorra esta -escupe Saray.

-Mira, yo es que me cago en tu puta madre -digo enfadada, levantándome de la silla y acercándome a ella-. ¿Puedes dejar de insultarme, por favor? Resulta que no te he hecho nada.

En ese momento, con toda la clase expectante a su reacción y sin que nadie diga nada más, se levanta con una sonrisa y me da un puñetazo en la nariz, provocando que me empiece a sangrar.

-¡Lorena! -escucho exclamar a Dani cuando le devuelvo el golpe y empezamos a pelearnos-. ¡Lucas, coño! -grita al ser incapaz de separarnos.

-Me tenéis hasta los cojones -susurra mi mejor amigo cogiéndome de la cintura y apartándome de Saray-. Como vuelvas a tocarla, te mato.

-¡Basta ya! -ordena Roberto-. ¡Fuera de clase!

-Vamos -susurra Dani cogiéndome del brazo-. Lorena, vamos -ordena notablemente cabreado.

Al ver que ignoro lo que me dice, suelta un suspiro y me coge de la cintura para cargarme a los hombros y sacarme del aula bajo la atenta mirada de todos nuestros compañeros y seguidos por Lucas.

-¡¿Qué coño ha sido eso?! -se cabrea mi mejor amigo cuando estamos en el pasillo-. ¿Dónde cojones tienes la cabeza? ¡Eres la novia de DAniel Oviedo! ¿Sabes lo que puede provocar esto en su imagen pública?

-Lo siento, me he dejado liar -susurro arrepentida, tocándome la nariz dolorida-. Lo siento de verdad, no sé ni por qué le he seguido la pelea.

En ese momento, Dani me abraza y veo cómo hay gente que empieza a salir de sus clases para ver qué está pasando.

-Ojalá la deje -escucho decir a una chica de cuarto.

-¿Estás bien? -susurra Dani mirándome preocupado-. ¿Te duele mucho?

Niego en silencio y vuelvo a abrazarle con necesidad, viendo cómo el pasillo se llena cada vez más de gente.

-No quiero una gilipollez parecida más -ordena Lucas acercándose a mí enfadado-. La próxima vez, deja que sea yo el que se meta en problemas, que para algo me pagan.

Veo cómo Dani suelta una carcajada ante su comentario y me da un beso en lo alto de la cabeza.

-Si no la dabas tú, la iba a dar yo -admite en un susurro contra mi oído-. Pero prométeme que no se va a volver a repetir.

-Te lo prometo, y lo siento.

Asiente en silencio y me besa sin decir nada más, causando un montón de gritos y comentarios por parte del resto de alumnos.

-Te quiero -susurra cuando nos separamos.

-Tía, yo quiero un novio así -decide una chica.

-Sí, tener a una estrella internacional como pareja suena bien, ¿verdad? -vacila Miguel Ángel mirando a la chica.

-Martínez y Espinosa, quedan expulsadas una semana del instituto -dice el director apareciendo en el pasillo en el que estamos.- Recojan sus cosas y a casa. Ahora mismo voy a llamar a sus padres para informar de lo ocurrido.

-Hasta luego -sonrío cogiendo mi mochila.

-Qué huevos tienes, cuñadita -ríe Jesús de buen humor antes de darme un abrazo-. Lucas, ¿la acompañas a casa?

-Sí, no la dejo fuera con Saray ni de coña -decide cogiendo él también su mochila-. Vendré cuando acaben las clases para acompañaros a casa, no os metáis en líos mientras no estoy -ordena mirando a los gemelos-. Cualquier cosa avisadme.

Siempre Tú [RESUBIDA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora