Capítulo Octavo
Christina
Sabía que era un dios, pero no uno tan salvaje. Al principio era dulce, pero cuando ya no me dolía empezó a penetrarme mucho más fuerte. Yo sentía las estrellas, el sol, la luna… todo me daba vueltas. Y cuando quise darme cuenta el placer nos sucumbió a ambos por igual. Al acabar sentí que tenía que hacer algo para devolverme la fuerza que había perdido. Me recosté a su lado y le besé. Éste no se esperaba que hiciera aquello, pero no se resistió.
Abrió la boca y, estando la mía a escasos centímetros de la suya, aspiré su aliento. Sentí que el calor me volvía al cuerpo, mi cansancio se iba al traste y me sentía más llena. Necesitaba su esencia, su parte de energía. Al acabar apoyé mi cabeza en su pecho. Éste llevó sus manos a mi pelo y los rodeó una y otra vez. Me sentía en el paraíso.
“Así que esto es lo que necesitabas.”
“Si, pero no sabía exactamente lo que tenía que hacer. Pensaba que con solo hacerlo me iban a volver las fuerzas, y eso solo es una parte. Tengo que absorber parte de tu esencia para tener fuerzas.”
“O sea, que te sirvo como un complemento, ¿no?”
Los dos reímos.
“Algo así. Lo siento. Sabía que no te iba a gustar.”
Cambiamos de posición quedando debajo de él. Me besó intensamente y nos miramos.
–Esto es lo que necesitas y te lo daré cuando quieras. –se acercó mucho a mí y me dijo al oído –. Te lo daré gustoso… pequeña.
Continuará...
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Conjuro de Vida
FantasySiglo XIII, Lightville. Diego era un poderoso Teniente del ejército y marchó para derrotar al jefe de los Hechiceros... Christina era una magíster sanadora de 16 años que estaba enamorada de su teniente. Un conjuro de magia blanca con efectos secund...