Chase.
Nunca había conocido en mi vida una persona brutalmente honesta al momento de hablar. Emma no tenía pelos en la lengua al decir algo que no le caía del todo bien, era aquello o es que su boca reaccionaba antes que su cerebro al momento de decir cada una de las cosas.
Mi vista viajó rápidamente hacia el pasillo logrando recordar las últimas palabras que habían salido de su boca. Me había tomado desprevenido el hecho de encontrarse dentro del automóvil aquella cadena que estaba dispuesto entregar el día anterior, para mi mala suerte la encontró antes que tuviera la oportunidad de hablar con ella.
Por el resto de la noche mi cabeza dio miles de vueltas buscando la forma perfecta de decir que aquella persona era yo, aunque una parte de mi ya sabia que lo era, mientras que la otra esperaba que nuestra primera interacción de frente fuera muy distinta a lo esperado.
Las copas de más no te ayudan al momento de conquistar a chicas.
Mis ojos comenzaron a cerrarse pasadas las cuatro de la madrugada, mis pensamientos aquella noche divagaba más de lo habitual, de lo que lograba acostumbrarme. Los sonidos provenientes de la cocina me hicieron despertar, dejando que el dolor de cabeza se apodera de mi cuerpo. Al ver la hora de mi teléfono sobre la mesa de noche pude percatarme que no eran pasadas las ocho, era sábado por la mañana, ninguna persona en su sano juicio despertará a esta hora a menos que fuera Mark.
Por suerte pude despegar mi cuerpo de las sabanas dándome una ducha rápida, aquel día era la mudanza al nuevo departamento que estaría viviendo los últimos seis meses. Dentro de aquel país me encontraba realizando una de las más recientes películas en las cuales fui contratado, siendo la primera vez en un papel protagónico, que tenía la oportunidad de hacer pequeñas modificaciones siempre y cuando lo estimara conveniente. Una gran parte del equipo era hispanohablante haciendo más difícil la tarea de comprender los diálogos. Enrolle una toalla sobre mi cadera caminando hacia la estancia.
— Mark ¿Por qué haces tanto ruido? sabes que es un sábado por la mañana, tienes que descansar más. — Solté acomodando mi cuerpo sobre el asiento de la cocina.
— Porque no soy Mark. — La voz de Emma se hizo presente, dejando sobre mi puesto lo que parecía ser el desayuno. Aquella reacción me hizo tapar mi cuerpo casi por inercia.
— ¿No te has ido? — Negó. A medida que se sentaba en el puesto de al frente, su rostro se volvió un tanto confuso ante mi incomodidad.
— Pues como ves no. Además porque te tapas, en mi anterior trabajo siempre veía a los chicos salir así de la ducha. — Soltó sin cuidado alguno. Mi cerebro intentaba volver a procesar aquella información. Aunque ya sabía a lo que se dedicaba antes por nuestra conversación en el auto. Ella no sabía que éramos la misma persona o eso quería creer hasta aquel momento.
— ¿Tú antiguo trabajo?. — Asintió.
— Era Marine. — Sonrío buscando alguna expresión que me delatara.
— Es normal dentro de los Marines, lo que uno menos tiene es privacidad, con el tiempo logras acostumbrarte. — Antes que lograra soltar alguna palabra Mark interrumpió a medida que salía del despacho, para acercarse hacia donde nos encontrábamos.
— Eso quiere decir, que... — Dije señalando con mi dedo a lo largo de su cuerpo. Por suerte Mark era más directo con actos que con palabras, un duro golpe detrás de mi nuca hizo que soltara un quejido.
— Chase comportate
— ¿Por qué? quieres saber si tengo algunos tatuajes ocultos. — Ahora ambos habíamos puesto toda la atención a su pregunta, la cual nos tomó por desprevenidos. — Es broma chicos. Necesitan con urgencia convivir con más mujeres.
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Corazones y cenizas
RomanceEmma nunca pensó que en su corta vida se vería envuelta entre escándalos y portadas de revistas, sobre todo proteger a una de las estrellas del cine y la música de la época, donde su primer encuentro fue descrito más que desagradable, pero el tiempo...