El chico se sintió menos atormentado una vez que llegó al refugio. Observó algunas hojas esparcidas por el suelo mientras las ramas luchaban por mantenerse sujetas al tronco caído. Intentó recogerlas y arreglar el lugar, pero el dolor en su mejilla se lo impidió, y recordar quién le había hecho esa herida no ayudaba.
No le gustaba recibir bofetadas, pero después de diez años, se había acostumbrado. Cerró los ojos y se dejó llevar, sintiendo su cuerpo moverse con libertad. Escuchó los sonidos de la naturaleza a su alrededor: los cantos de las aves, las voces de los otros campistas y el agua corriendo en el arroyo.
E incluso comenzó a silbar una canción sin darse cuenta de que Yor estaba a su lado, escuchándolo desde hacía un buen rato. Pero antes de que pudiera decir algo, el brazo de la niña se le acercó y él saltó mientras miraba hacia adelante.
Ella lucía preocupada mientras examinaba la hinchazón. Él se sintió incómodo e hizo la cabeza hacia atrás.
—¿Qué pasó? —preguntó ella de todas formas.
—Fue mi padre —respondió él en voz baja, haciendo una pausa breve antes de continuar—. Me levanté y salí de la tienda. No sé de qué hablaron, pero mi padre me dijo que era un cobarde, pero yo le dije que siempre peleaba con mi mamá y me golpeó.
—Vaya —soltó Yor, dudando antes de presionar suavemente su mano en la mejilla—. ¿Te duele?
Él asintió después de un momento. En esa segunda ocasión, no se retiró del gesto y se sentó, sin darse cuenta de que eso acercó un poco más su cuerpo al de Yor.
—Deberías mojarlo un poco. Hará que te sientas mejor.
—Sí —expresó él, su voz temblaba un poco mientras abrazaba sus rodillas—. Mi padre dice que los soldados no lloran y que debo ser fuerte, no huir. Pero a veces es difícil —añadió, dejándose caer contra el suelo y cerrando los ojos.
Yor miró hacia él y se sentó a su lado en el suelo del refugio. Hizo una mueca al sentir los rayos de sol, golpeando su rostro a través de los agujeros del árbol caído sobre sus cabezas.
—Mis padres nunca me dijeron eso —admitió ella mientras suspiraba—. ¿Por qué es malo escapar si es lo que hacen los soldados cuando enfrentan a un enemigo más fuerte?
—No lo sé. Mis amigos siempre huyen cuando son de la armada ostaniana.
Cuando Yor escuchó la última frase, sintió algo extraño en su interior.
—¿Estás jugando a que los de Ostania son malos? —preguntó, tratando de entender.
El chico asintió, encogiéndose de hombros como si no le importara mucho.
—Sí, porque Ostania es enemiga de Westalis —explicó él.
Yor lo empujó suavemente, haciendo que el chico parecía confundido por la reacción.
—Pero nosotros no somos enemigos. Somos amigos —expresó Yor con convicción, tratando de transmitirle su punto de vista—. Eres mi amigo, Consejero.
Nota de la autora: Si mi corazón puede calmarse actualizando una historia, lo tomaré. Porque sí, estoy actualizando esto mientras el estrés me ataca.
Ciao.
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Creo que hay algo
FanfictionUn chico de Westalis y una chica de Ostania se conocieron en un campamento y, sin saberlo, plantaron una semilla que, al principio, no parecía tener importancia. Pero, con el tiempo, lo que habían iniciado creció en algo más profundo: una historia q...