Alec
—¿Te apetece un paseo por el bosque? —La voz de Bri se escuchó tan aguda que tuve que tragar en seco y repetir en mi mente sus palabras que había dicho para poder contestar.
Su expresión era una mezcla entre vergüenza y decisión, que me hizo avanzar un par de pasos hacia esta. A pesar de que los minutos habían transcurrido, aún podía saborear su piel tibia y el sabor de sus labios mezclados con el vodka que habíamos estado tomando.
—¿Me estás proponiendo algo con lo que huirás después? —El tono de mi voz salió ronco, lo suficiente como para ser consciente después del carraspeo en mi garganta.
La mirada que me otorgó después fue brillante, tal vez por la mezcla de alcohol y otras emociones más parecidas a algo que esta no era capaz de decir en voz alta.
—Me cansé de huir, Alec —respondió soltando un suspiro.
Algo en ella me decía que estaba hablando con sinceridad, por lo que asentí con la cabeza. Yo había hecho el primer movimiento y había esperado pacientemente a que Brianna hiciera lo siguiente.
Solo necesitaba un pequeño empujón y romper sus finas murallas para que hiciera lo que en realidad yo quisiera.
—¿Y eso quiere decir qué...? —le pregunté tácito.
—Quiere decir que... —Hubo una pausa en su voz—. Que aceptaré tus términos. Lo que sea que tengas para mí lo tomaré a cambio de tu protección.
Algo en mi mente, de pronto hizo clic, como si las piezas perdidas de un rompecabezas hubiesen aparecido por fin para unirse y encajar a la perfección. Una página escrita que le acababa de darle sentido a mi absurda y efímera existencia.
Me quedé estoico, ya que a pesar de que había planeado cuidadosamente aquello y sabía que tarde o temprano iba a suceder, la sencillez de imaginarlo no se comparaba en nada con la magnitud de escuchar aquellas palabras y el profundo alivio que me embargo después.
Pero en cambio, Brianna no pareció tranquila, ya que su expresión se convirtió a una preocupada y su cabeza se inclinó, apuntando al suelo. No quería actuar como un bastardo egoísta, en realidad, sentía que me estaba quitando un peso de encima, pero no sabía como demostrarlo.
Era del tipo que iba al grano, ya que no sabía utilizar bien las palabras.
—¿Vas a quedarte callado? —dijo Bri, lento y calmado.
—¿Qué cambió? Y no me digas que fue una revelación por el vodka. Tuviste otras oportunidades para decirme esto, como aquella vez en la piscina. —Una sonrisa torcida y sarcástica se extendió por mis labios, intentando aligerar la tensión—. La confianza adquirida te sienta bien y de verdad espero que esta racha tuya duré, pero en la verdad me causa curiosidad que lo hayas procesado tan lento.
Sus labios se abrieron, pero tan rápido como lo hicieron, también se cerraron. No tenía que contestarme aquello, la verdad era que no, pero tampoco aliviaba la espina en mi interior y el recordatorio mental de que podía cambiar de opinión.
—¿Quieres o no un paseo por el bosque?
Tal vez quería que jugáramos en sus términos, por lo que cuando extendió su mano hacia mí, supe que llevaba maquinando por suficiente rato algo en su mente. Sin pensarlo demasiado, asentí con la cabeza y extendía mi palma para enlazar mis dedos con los suyos.
No quería recordar la última vez que caminamos solos por el bosque, y aunque habían pasado pocos meses de aquel suceso, lo sentí lejano en mi mente. Como un recuerdo borroso que quería sepultar en lo más profundo de mi memoria, ya que no era capaz de olvidar.
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Psicosis: bajos instintos
Novela JuvenilUna chica sumisa dispuesta a complacer. El chico más peligroso del internado queriendo saber hasta dónde pueden llegar.