The end.

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TOM.

Mantenia mi vista en el suelo, mientras en mi mano derecha ya hacia una pequeña taza con cafeína, le di un pequeño sorbo a esta, era temprano, no era la hora a la que siempre me acostumbraba a levantarme, pero el nerviosismo me estaba dando una mala jugada.

Suspire pesadamente, el día de la boda había llegado, dentro de algunas horas ya estaríamos en el altar, con un cura al lado, y la mujer de mi vida convirtiendose en mi esposa, mía...

No la había visto dentro de al menos dos días, Bill y Sofía se habian encargado de alejarnos, supuestamente por qué el novio y la novia no deben verse por un tiempo, hasta después de la boda, cosa que en el momento me enfureció, pero después logré aceptarlo.

Hablábamos todas las noches, las veces que me masturbe con su voz y algunas fotos de ella, no eran normales, me dolía terriblemente la mano.

Me encontraba en la cocina de mi casa, apenas y podía escuchar la voz de Bill, quien hablaba por celular, discutiendo con alguien, no estaba interesado en saber toda su vida, así que me digne a ignorarlo.

Un gran bostezo salió de mi labios, lo que me indico que podía dormir otro rato más, deje la taza en lava trastes y camine con tranquilidad por la casa, directo a mi habitación.

─¿Que crees que haces?─ La voz de mi gemelo a mis espaldas me hizo dar un pequeño salto.

─¿Tu qué crees? Tengo sueño.─ Conteste y procedí en mi recorrido.

─¿Dormir? No puedes dormir, no el día de tu boda, Kaulitz.

Kaulitz... Me recordaba a mi chica.

Una sonrisa salió de mi labios, no podía verme, pero sabía que lucia como un idiota enamorado, y realmente lo era, no me molestaba demostrarlo.

─Entonces... ¿Que se supone que haga? Son las seis de la mañana.─ Contesto, volteando mi cuerpo hacia mi gemelo, enlazando mis brazos, frente a mi pecho.

─Tenemos muchas cosas que hacer, y te informo que es muy tarde, tenemos que ir a la prueba de vesturia, de calzado, el estilista que se encargará de ti ya me informo que te espera dentro de una hora.. ¡Y muchas cosas más! Así que mueve ese trasero y te apresuras.─ lo último lo dijo con tanta seriedad que por un momento sentí un poco de miedo, me dió una última mirada y se volteo para salir de mi percance.

Bufé con cansancio ¿A quien le mentía? Estaba emocionado, Carajo, me sentia apunto de brincar en un solo pie, podía salir corriendo por miles de kilómetros, podría ser el hombre más productivo en este planeta.

Sonreí, nuevamente, sintiendo como mi pecho se inchaba de emoción, subí nuevamente las escaleras para poder cambiar mi ropa e ir con Bill a los arreglos.

Llegué a mi habitación y busque algo de ropa, lo más decente que tuviera en mi closet, no sabía en qué momento estaba sucediendo, o el cómo todo estaba avanzando de la maneta más especial posible.

Estoy a tan solo horas de casarme.

De que la mujer que más amo se vuelve mi esposa, de que porte aquella prenda en su dedo anular como significado de que me pertenece en alma y cuerpo, de que cuando la vean sepan que hay un hombre a su lado que la ama.

El tan solo imaginarla, vestida de blanco, su hermoso cabello cayendo por sus hombros, sus suaves y delicadas manos cargando un ramo de flores, para que momentos después uno de sus dedos este decorado por aquel anillo completamente de oro y cristal.

Estaba idealizando una vida completa a su lado, se podría decir que estaba quedando completamente loco, y lo estaba, pero lo aceptaba, así que eso me hacía un poco más cuerdo.

𝗬𝗲𝘀 𝗜 𝘄𝗮𝗻𝗻𝗮 𝗱𝗼 ; Tom Kaulitz ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora