CAPITULO 8

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Taehyung había terminado con esta semana. Seokjin había trabajado horas extra toda la semana y lo había evitado cuando estaba en casa como si Taehyung fuera contagioso. Ja. Si él estaba sufriendo de algo, era incomoditis, causada por un obstinado SEAL que se negaba a hablar sobre lo que sucedió como adultos. Pero lo que sea. Dahyun y sus amigas querían salir, así que iría.

—Esa camisa ya no te queda —observó Rosé desde la puerta de la habitación de Taehyung. —Deberías ponerla en la caja para regalar.

—Sí me queda. —Taehyung la tiró hacia abajo un poco.

—¿Por qué te pusiste pasta en la cabeza? —preguntó Jisoo—. Huele.

—Es producto para el cabello. Hace que mi cabello se vea bien. —Taehyung se dio una última mirada en el espejo. Lucía buenísimo. Camisa blanca ajustada con pequeños botones, jeans negros con un cinturón plateado y sus botas para ir a bailar favoritas lo suficientemente gruesas para proteger sus dedos de los pisotones, pero aún lo suficientemente ligeras como para poder bailar.

—¡Quiero un poco! —Rosé agarró la lata.

—Tu baba me asaría si te pusiera el cabello todo loco. —Taehyung tomó la lata de vuelta.

—¡Por favor!

—¡Por favor! —Ambas chicas sacaron sus labios inferiores e hicieron su mejor puchero, amotinándose cuando trató de salir de la habitación. Oh, qué diablos. No era como si él y Seokjin ya estuvieran en buenos términos.

—¿Qué les parece unos rodetes? Y entonces es realmente hora de ponerse el pijama. —Acababa de domar el último de los rizos de Rosé en un aspecto de era espacial cuando escuchó la puerta abajo.

—¡Baba! —Las chicas corrieron hacia la puerta.

—¿Qué es esto? —Seokjin hizo un gesto entre las chicas y Taehyung mientras él bajaba.

—Taehyung se va. —Rosé hizo la mueca falsa de nuevo mientras Seokjin la levantaba con una mueca. Maldición. El hombre necesitaba ver a alguien sobre su espalda que no estaba bien, pero cuando Taehyung lo mencionó a principios de la semana, él había le había hecho un ademán con la mano para quitar la preocupación.

—¿Se va? —Las cejas de Seokjin se alzaron. —¿Así?

—Voy a salir con algunos amigos después de que las chicas estén acostadas. —Taehyung intentó sonar casual, controlando la inexplicable aceleración de su corazón.

—Chicas. Pijamas y a cepillarse los dientes. Ahora. —Seokjin hizo un gesto hacia las escaleras. —Iré arriba a contarles una historia en un momento.

Taehyung esperó hasta que las chicas subieran las escaleras para hablar. —Sabes que la cosa del padre serio realmente no funciona conmigo. No soy un adolescente saliendo de la casa a escondidas.

—No me dijiste que ibas a salir.
—Seokjin no calmó la actitud.

Todavía con su uniforme, parecía más arrugado que en su perfección habitual, y profundas líneas entrelazaban sus ojos y boca. Si él no estuviera siendo un imbécil colosal, Taehyung le ofrecería otro masaje en la espalda. Y no era como si Taehyung hubiera tenido algún gran plan para seducir a Seokjin la otra noche. El beso simplemente había sucedido. Y luego Seokjin había saltado volando, y ahora, en lugar de una cerveza y un masaje en la espalda, todo lo que Taehyung tenía para ofrecer era su ausencia. Demonios, Seokjin debería estar feliz de que se fuera por unas horas.

—Enviaste un mensaje de texto diciendo que llegarías tarde. No quería que te sintieras mal si quedabas atrapado en el trabajo. Estaba listo para enviarle un mensaje a mi grupo y echarme atrás si eso sucedía.

ROMPECABEZAS (Libro II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora