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Jungkook ingreso a la sala con una caja de cerveza en manos y detrás le seguía Taehyung y Namjoon con bolsas de snacks. Nari se encontraba mirándolos cómo ingresaban ellos a la sala, sentada con su hermano a su lado.
—Aquí están las cervezas, snacks y los cigarrillos de sabor a canela. —dejaron todo en la mesa nido que había en nuestra sala—¿Tu hermana se va a quedar con nosotros?—pregunto Taehyung abriendo la caja de cigarrillos.
—No sería mala idea que se quede con nosotros. —habló Namjoon encendiendo su cigarrillo.
—No creo que debería. —la menor miró a su hermano con una pequeña mueca en sus labios—No quiero que nos vea fumando y tomando, también es muy tarde.
—SeokJin ya no soy una niña, se todo lo que hacen. Además, no haré nada malo, estaré con ustedes disfrutando de un Sábado por la noche. —sintió la mirada penetrante de Jungkook, haciendo que le recorriera un escalofrío.
—Tu hermano tiene razón Nari, ya es muy tarde, será mejor que vayas a descansar. —le dio una calada al cigarrillo que traía en sus largos dedos.
—Tu cállate, Jungkook. —se cruzó de brazos.
—Respeta a tus mayores señorita. —el tono de su hermano sonó molesto.
—No trates de ser como mi padre, porque no lo eres, SeokJin. —se puso de pie y se retiró de la sala hacia las escaleras dejando atrás el olor de los cigarrillos con sabor a canela.
—¡Kim Nari!
—Tranquilo, yo voy hablar con ella. En tanto, vayan abriendo las cervezas que está que se me seca la garganta. —apagó el cigarrillo en el cenicero y tomó camino hacia la hermana menor de su mejor amigo.
—Nari. —dio tres toques a su puerta antes de ingresar a la habitación, visualizando a la menor con un camisón no tan largo marcándole sus pezones, gracias al frío que abundaba en la habitación.
—¿Acaso te he autorizado de que ingreses?
—Vengo a hablar contigo de lo qué pasó abajo. —se cruzó de brazos haciéndole marcar más sus bíceps.
—Si vienes a hacerme un sermón como lo hizo SeokJin, te puedes retirar, tengo que descansar. —camino hacia el borde su cama.
—Vengo a hablar contigo tranquilamente, no vengo a atacarte, ni nada. —dió unos cuantos pasos hacia ella para tomarla con delicadeza de su muñeca y hacer que se siente con él, al borde de su cama—¿Por qué actúas de forma rebelde, pequeña? ¿Todo esta bien?—no pudo evitar erizar su piel por tal apodo que le causaba nervios con solo escucharlo salir de sus labios, él sabia lo que le causaba; lo usaba a su favor.
